La escasez brutal de gasolina campea por sus fueros en una Venezuela que tradicionalmente la exportaba.
Dos décadas de populismo, desinversión, de darle la espalda a la necesidad de ajustar progresivamente el precio de la gasolina y de hacerle el mantenimiento a las instalaciones, nos han traído a esta dramática realidad: ¡Todas nuestras refinerías están paralizadas!