El contrato es Salmos 23, donde encontramos pronombres posesivos como: “mío, tuyo, suyo” que nos establece una especie de obligaciones y derechos, “Jehova es mi pastor”, “confortará mi alma” “por amor de su nombre”
Recordando que no todo se lo podemos dejar al Señor, si recordamos previo al milagro de Lázaro se debía mover la piedra, previo al milagro del vino en las bodas de Caná se deben llenar las vasijas de agua, de purificación, dejándole siempre lo imposible y sobrenatural a Dios.
En este salmo podemos ver un acuerdo, primero “Jehova es mi pastor y nada me faltara” aca tenes un pastor y después está su sustento. viéndolo como lo queremos aplicar es como una especie de contrato donde tu derecho es tener un pastor y su obligación es darnos el sustento, hablo de obligaciones como un contrato entre dos personas, el sustento está para las ovejas, quizás su sustento está, pero nosotros no lo tenemos como un pastor en nuestra vida.
¿Qué es un pastor?
es alguien que guia, guarda y apacienta a sus ovejas.
En las obligaciones de la oveja es que debe ser obediente (Oye la voz de su pastor y le sigue) detengámonos un poco y pensemos ¿cuántas veces hemos escuchado la voz del Señor y no hemos tenido las fuerzas para poder seguirle? ahí hemos incumplido parte de nuestro contrato. ¿Cuántas veces hemos sido infiel a esta cláusula del contrato? dejando que voces autorizadas o autorizando voces en nuestra vida. Parte del conflicto del sustento que Dios tiene para nosotros es porque simplemente no entramos a esa categoría de ser ovejas.
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