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Soy Ismael Adriss. El 16 de Noviembre de 1977 tenía que entregar un trabajo en otro lugar. Mientras salía le dije a mi mamá: “Mamá, ya vengo, prepará el mate.” Esas fueron las últimas palabras que le dije. En una esquina, cerca de mi casa, cinco hombres armados me obligaron a subir a un auto. Justo en ese momento, pasaba una vecina nuestra por ahí; alcancé a gritarle “Avisale a mi mamá que me están llevando!”

Unos tipos fueron a decirle a mi mamá que me espere, que no iba a llegar todavía. Mi mamá creyó que enloquecía y salió a buscarme, sin saber bien a dónde ir. Fue a la Brigada de Investigaciones y a la Jefatura de Policía. Ahí le dijeron que no avanzara, ella igual trató de entrar y un guardia le puso un arma en el pecho. Le dijeron que  ahí no había detenidos. Mi mamá hizo varias denuncias pero no tuvo respuestas. No encontraba un abogado que hiciera un escrito. Al primer hábeas corpus se lo hicieron en el juzgado porque mi mamá amenazó con tirarse de una ventana.

Fue a hablar con un sacerdote y este le  contestó “¿Qué estaba haciendo usted mientras su hijo delinquía?”.  Después, cuando intentó obtener datos en la Jefatura, pudo charlar con varios policías. Mi mamá les dijo que ella sabía que yo estaba ahí, y uno de ellos le respondió “¿Está preparada? Le puedo decir donde está  enterrado”. “Si no me quieren dar una pala, yo lo voy a desenterrar con  mis propias manos”, les dijo mi mamá, quebrada por la angustia.

Desesperados, muchos familiares comenzaron a reunirse para rezar en el patio de una iglesia. No les permitían congregarse en ningún otro lugar. Nadie los ayudaba…

Estuve en el Centro Clandestino que funcionó en la ex  Jefatura, de ahí me llevaron a otro lugar, pero mi familia nunca supo qué me pasó, qué fue de mí. Nunca más volvieron a verme.

Memoria, Verdad y Justicia.

30 Mil Somos Todos y Todas.