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Bordas de hielo 

Vengo a verte pasar todos los días,

vaporcito encantado siempre lejos...

Tus ojos son dos rubios capitanes;

¡tu labio es un brevísimo pañuelo

rojo que ondea en un adiós de sangre!



Vengo a verte pasar; hasta que un día,

embriagada de tiempo y de crueldad,

vaporcito encantado siempre lejos,

la estrella de la tarde partirá.



Las jarcias; vientos que traicionan; ¡vientos

de mujer que pasó!

Tus fríos capitanes darán orden;

y quien habrá partido seré yo...

Medialuz 

He soñado una fuga. Y he soñado

tus encajes dispersos en la alcoba.

A lo largo de un muelle, alguna madre;

y sus quince años dando el seno a una hora.



He soñado una fuga. Un "para siempre"

suspirado en la escala de una proa;

he soñado una madre;

unas frescas matitas de verdura,

y el ajuar constelado de una aurora.



A lo largo de un muelle...

y a lo largo de un cuello que se ahoga.

Espergesia

Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.



Todos saben que vivo,

que soy malo; y no saben

del diciembre de ese enero.

Pues yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.



Hay un vacío

en mi aire metafísico

que nadie ha de palpar:

el claustro de un silencio

que habló a flor de fuego.



Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.



Hermano, escucha, escucha...

Bueno. Y que no me vaya

sin llevar diciembres,

sin dejar eneros.

Pues yo nací un día

que Dios estuvo enfermo.



Todos saben que vivo,

que mastico... y no saben

por qué en mi verso chirrían,

oscuro sinsabor de féretro,

lullidos vientos

desenroscados de la Esfinge

preguntona del Desierto.



Todos saben... y no saben

que la Luz es tísica

y la Sombra gorda...

y no saben que el misterio sintetiza...

que él es la joroba

musical y triste que a distancia denuncia

el paso meridiano de las lindes a las lindes.



Yo nací un día

que Dios estuvo enfermo,

grave.