Alajuelismo mágico
Bernabe Berrocal nos comenta: "“El alajuelismo mágico se inocula a edad temprana, diríase que es congénito, uno de sus principales síntomas es ir, una y otra vez, ida y vuelta de la realidad a la ficción, pero con la naturalidad con que lo haría un hipotético Gregorio Samsa que se convirtiera en bicho, pero cada vez que le diera la gana, y en lugar de esconderse bajo su cama, se acicalara frente al espejo por la mañana para dirigirse al trabajo, donde, sin importarle las miradas suspicaces, cumpliría sin inmutarse su jornada de ocho horas, llamando a todo el mundo por el apodo, que es su forma de desvelar otras posibles existencias, al anverso de la solemne y monótona historia de aquellos otros seres”."
Una noche memorable desde Alajuela para el resto del mundo, gracias a la fina curaduría del Taller Literario Alajuelense, tuvimos el agrado de sentir la importancia de tener cédula 2. Aún sin ser de Alajuela, esta noche para Lunáticos por la Literatura fuimos testigos de esa magia y refinada forma de hablar y escribir que tenemos en ese crisol cultural, una meca que sin duda surgió a partir de una o varias conversaciones tribales a la sombra del palo e mango. Si los poetas de San Ramón y las letras de Calufa han permeado desde nuestra mocedad colegial, existen muchos otros faunos memorables que hicieron ruido a la orilla del campanario de la Catedral: - todos crecieron dentro de ese perímetro mágico de la calle ancha-, dedicamos esta producción a esos grandes activistas culturales, pues nos dejaron la pista abierta: Guillermo Villegas Hoffmaister, Arturo Meoño, Jorge Arroyo, Nestor Mourelos, Sergio Erick Ardón Ramírez y Sergio Espinoza Alfaro.
Presenté a dos ancestros. Uno fue la musa (Primo Abelardo Humberto Soto Guardia, alias el Coronel, un militar que también fue un hombre de familia, de abolengo presidenciable!. Por cierto en el libro de "7 Vainas y un Especta-culazo" fue apodado con mucha justicia: El Empresario. El otro, era un niño sabio, un genio que supo guardar ileso sus recuerdos de un teatro llamado Victoria, Don Enrique Soto Montoya, escritor y también ingeniero, mentor de más de un colega, un calculista apodado Quique Varilla y un bohemio dueño de sus loras y un verbo más estirado que su corto apellido.
El profesor, costumbrista y cuentacuentos más grande de Alajuela, Rodolfo Gonzalez nos puso a bailar y cantar nuestra Alajuela Ciudad Palabra, su lectura adaptada del cuentario fue el punto alto de la noche para un justo homenaje a don Enrique. El público fue toreado y jocoteado con su forma singular de develar los misterios de un texto satírico exquisito. El niño predilecto de Alajuela, supo sacarle ese jugo a las líneas, por eso fuimos faunos poderosos: lobos co-creadores que sabemos que la luna parece, pero no es de queso.
La fotografia que ilustra el podcast, fue realizada por el fotografo: Alexander Calderon-Angulo