Hebreos 8:1-7 destaca a Jesús como el sumo sacerdote supremo, ministrando en el santuario celestial establecido por Dios y no por manos humanas. Explica que el tabernáculo terrenal y sus rituales eran solo sombras de las realidades celestiales. Jesús es el mediador de un pacto superior, fundado en mejores promesas, lo que hace que el antiguo pacto quede obsoleto por ser imperfecto e insuficiente para lograr una reconciliación duradera con Dios. Este pasaje enfatiza la superioridad del sacerdocio de Cristo y del nuevo pacto.