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Capituló 10
III. El dios de la enfermedad

No has atacado a Dios y ciertamente lo amas. ¿Puedes acaso cambiar tu realidad?
Nadie puede disponer su propia destrucción. Cuando piensas que te estás atacando a ti mismo, es señal evidente de que odias lo que crees ser. Y eso y sólo eso, es lo único que puedes atacar. Lo que crees ser puede ser muy odioso, y lo que esta extraña imagen te lleva a hacer puede ser muy destructivo. Mas la destrucción no es más real que la imagen, si bien los que inventan ídolos ciertamente los veneran. Los ídolos no son nada, pero sus adoradores son los Hijos enfermos de Dios. Dios desea verlos libres de sus enfermedades y de vuelta en Su Mente. No limitará en modo alguno el poder que tienes de ayudarlos, puesto que te lo dio. No tengas miedo de ese poder, pues es tu salvación.
. ¿Qué Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, salvo Su Poder a través de ti? Recuerda que no importa en qué parte de la Filiación se Le acepte, Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente Lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo.