✅Capituló 11
DIOS O EL EGO
Introducción
O Dios está loco o bien es el ego el que lo está. Si examinas imparcialmente las pruebas que ambas partes presentan, te darás cuenta de que eso tiene que ser verdad. Ni Dios ni el ego proponen un sistema de pensamiento parcial. Ambos sistemas son internamente coherentes, aunque diametralmente opuestos en todo, de tal modo que una lealtad parcial es imposible. Recuerda también que sus resultados son tan diferentes como sus cimientos y que sus naturalezas fundamentalmente irreconciliables no pueden ser reconciliadas alternando entre ellos. Nada que esté vivo es huérfano, pues la vida es creación. Por lo tanto, toda decisión que tomas es invariablemente la respuesta a la pregunta: “¿Quién es mi padre?”
Y serás fiel al padre que elijas.
No obstante, ¿qué le dirías a alguien que creyese que esta pregunta realmente entraña conflicto? Si tú concebiste al ego, ¿cómo habría podido él concebirte a ti? El problema de la autoridad sigue siendo la única fuente de conflictos porque el ego se originó como consecuencia del deseo del Hijo de Dios de ser el padre de su Padre. El ego, por lo tanto, no es más que un sistema ilusorio en el que tú concebiste a tu propio padre. No te equivoques con respecto a esto. Parece una locura cuando se expone con perfecta honestidad, pero el ego nunca examina lo que hace con perfecta honestidad. Sin embargo, ésa es su premisa demente, la cual está cuidadosamente oculta bajo la tenebrosa piedra angular de su sistema de pensamiento.
Y o bien el ego—que tú concebiste—es tu padre o bien todo su sistema de pensamiento se viene abajo.