1. Prepárate ahora para des-hacer lo que nunca tuvo lugar.
Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusiones, la Expiación no tendría objeto. El instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cambiar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al Conocimiento. No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.
2. Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. Ésa es Su función. Nunca intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. Ésa es Su función. Tu papel consiste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de temor, y a ser perdonado. Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin ninguna dificultad.
Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo.
Y no serás tú el único que se valga de ellos para ascender hasta él.