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Description

No hay nada externo a ti.
Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él.
El Cielo no es un lugar ni tampoco una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta Unicidad y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta Unicidad ni nada dentro.

2. ¿Qué otra cosa podría dar Dios sino el Conocimiento de Sí Mismo?¿Hay algo más que se pueda dar? La creencia de que puedes dar u obtener otra cosa—algo externo a ti—te ha costado la conciencia del Cielo y la de tu Identidad. Y has hecho algo todavía más extraño, de lo cual ni siquiera te has percatado:
has desplazado de tu mente a tu cuerpo la culpabilidad. El cuerpo, no obstante, no puede ser culpable, pues no puede hacer nada por su cuenta. Tú que crees odiar a tu cuerpo, no haces sino engañarte a ti mismo. Odias a tu mente, pues la culpa se ha adentrado en ella, y procura mantenerse separada de la mente de tu hermano, lo cual no puede hacer.