Es esencial que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinci贸n es lo que hace que la salvaci贸n sea posible. Pues el error puede ser corregido, y lo torcido, enderezado. Pero el pecado, de ser posible, ser铆a irreversible. La creencia en el pecado est谩 necesariamente basada en la firme convicci贸n de que son las mentes, y no los cuerpos, las que atacan. Y as铆,
la mente es culpable y lo ser谩 siempre, a menos que una mente que no sea parte de ella pueda darle la absoluci贸n. El pecado exige castigo del mismo modo en que el error exige correcci贸n, y la creencia de que el castigo es correcci贸n es claramente una locura.