❇️Capituló 7
VIII. La creencia increíble
➡️ Hemos dicho que sin proyección no puede haber ira, pero también es verdad que sin extensión no puede haber amor. Todo ello refleja una ley fundamental de la mente y, por consiguiente, una ley que siempre está en vigor. Es la ley mediante la cual creas y mediante la cual fuiste creado.Es la ley que unifica al Reino y lo conserva en la Mente de Dios.
❇️ El ego, sin embargo, percibe dicha ley como un medio para deshacerse de algo que no desea. Para el Espíritu Santo es la ley fundamental del compartir, mediante la cual das lo que consideras valioso a fin de conservarlo en tu mente. Para el Espíritu Santo es la ley de la extensión. Para el ego, la de la privación.
➡️ Por lo tanto, produce abundancia o escasez dependiendo de cómo eliges aplicarla. La manera en que eliges aplicarla depende de ti, pero no depende de ti decidir si vas a utilizar la ley o no. Toda mente tiene que proyectar o extender porque así es como vive, y toda mente es vida.El uso que el ego hace de la proyección tiene que entenderse plenamente antes de que la inevitable asociación entre proyección e ira pueda por fin erradicarse. El ego siempre intenta perpetuar el conflicto. Es sumamente ingenioso en encontrar soluciones que parecen mitigar el conflicto, ya que no quiere que el conflicto te resulte tan intolerable que decidas renunciar a él. Por lo tanto, trata a toda costa de persuadirte de que él puede librarte del conflicto, no sea que lo abandones y te liberes a ti mismo. Utilizando su propia versión distorsionada de las Leyes de Dios, el ego se vale del poder de la mente sólo para quebrantar el verdadero propósito de ésta. Proyecta el conflicto desde tu mente a otras mentes en un intento de persuadirte de que te has librado del problema.