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Capituló 8
VI. El tesoro de Dios

➡️Somos la voluntad unida de la Filiación, cuya plenitud es para todos. Comenzamos nuestra jornada de regreso partiendo juntos y, según avanzamos juntos, congregamos a nuestros hermanos. Cada aumento de nuestra fuerza se lo ofrecemos a todos para que ellos puedan también superar su debilidad y añadir su fuerza a la nuestra.
❇️ Dios nos espera a todos con los brazos abiertos, y nos dará la bienvenida tal como yo te la estoy dando a ti. No dejes que nada que el mundo te ofrezca haga que te olvides del Reino de Dios.
➡️El mundo no puede añadirle nada al Poder y a la Gloria de Dios y de Sus santos Hijos, pero si Sus Hijos ponen su atención en él, éste puede cegarlos e impedir que vean al Padre. No puedes ver el mundo y conocer a Dios.
✳️ Sólo uno de ellos es verdad.
✳️He venido a decirte que no es a ti a quien corresponde decidir cuál de ellos lo es. Si lo fuera, ya te habrías destruido a ti mismo.
➡️Mas Dios no dispuso la destrucción de Sus Creaciones, pues las creó para toda la eternidad. Su Voluntad te ha salvado, no de ti mismo, sino de la ilusión de ti mismo. Dios te ha salvado para ti mismo.
❇️Glorifiquemos a Aquel que el mundo niega, pues el mundo no tiene poder alguno sobre Su Reino. Nadie que Dios haya creado puede encontrar dicha en nada excepto en lo eterno, no porque se le prive de todo lo demás, sino porque nada más es digno de él. Lo que Dios y Sus Hijos crean es eterno, y en esto y sólo en esto, radica Su Dicha.
➡️Escucha la parábola del hijo pródigo y aprende cuál es el tesoro de Dios y el tuyo: el hijo de un padre amoroso abandonó su hogar y pensó que había derrochado toda su fortuna a cambio de baratijas, si bien no había entendido en su momento la falta de valor de las mismas.