Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practicaremos tan a menudo como nos sea posible. Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos cada vez, y de los recordatorios que has de realizar cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan a menudo como puedas entre estos recordatorios. Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendieras. Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.
2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte lecciones. Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estudios en su totalidad si se entiende, practica, acepta y aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. Uno solo de ellos bastaría. Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.