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Marcos 14:27-31 (La Palabra)
Jesús les dijo: — Todos me van a abandonar, porque así lo dicen las Escrituras: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea.
Pedro le dijo: — ¡Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré!
Jesús le contestó: — Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.
Pedro insistió, asegurando: — ¡Yo no te negaré, aunque tenga que morir contigo!
Y lo mismo decían todos los demás.

PENSAR: El Señor Jesús ha dado el símbolo de su cuerpo y de su sangre a un grupo de seguidores que están a punto de abandonarlo. Es un ejemplo más de la relación que Dios ha tenido con el ser humano. Nosotros fallamos, pero Dios es fiel.
Sin embargo, a pesar de todo, Cristo se concentra en lo que vendrá más allá del abandono y de la cruz. Es cierto que será crucificado por los poderes de este mundo, pero también es cierto que será resucitado por el poder del Espíritu Santo. Y en lugar de quedarse varado en la traición de sus discípulos, el Señor demuestra que su mirada está más allá. Él mira “el gozo puesto delante de él”, más allá de la cruz. Es el gozo de seguir al frente de sus discípulos (a pesar de todo), aunque sean débiles e imperfectos. Él seguirá guiando a su rebaño –compuesto de ovejas descarriadas y rebeldes, y lo seguirá guiando en Galilea.
Galilea representa el lugar de ministerio. Ahí donde el Señor les encontró y les llamó a seguirle. Ahí donde no hay pretensiones de poder ni arrogancia de ciudades grandes, donde todo es poblados humildes, menosprecio de siglos, ahí los guiará el Resucitado.
El Señor nos conoce aún mejor de lo que nosotros nos conocemos. Por eso él asegura la negación de Pedro, aunque éste insista que jamás negará a su Maestro. Y también todos los demás afirmaban su gran compromiso con Cristo. Pero el Señor conoce la debilidad de su pueblo, y a pesar de todo, le sigue ofreciendo guiarlo por el camino de la misión en el mundo.
Seguramente los primeros cristianos que escucharon la lectura del Evangelio de Marcos se identificaban con aquellos discípulos que prometían ser fieles, pero que fallaron. Ellos también estaban sometidos a la cruel persecución. En esas circunstancias, fue muy reconfortante para todos darse cuenta de que –a pesar de nuestras fallas— el Señor sigue ofreciéndonos su guía y su dirección en el camino de la misión.
Quiere decir que el Señor no se detiene en nuestras incapacidades, en nuestras dudas, en nuestros miedos y traiciones. Él las asume, y a pesar de todo ello, todavía nos ofrece un futuro de ministerio, con el poder de la resurrección.

ORAR: Gracias, Señor, por la paciencia que has tenido con tu pueblo. Amén.

IR: El pueblo de Dios no debe nunca dejar de asombrarse por la maravillosa gracia de Dios.