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Nehemías 4:8-12 (La Palabra)
Inspeccioné el dispositivo, me puse en pie y dije a los nobles, a las autoridades y al resto del pueblo: — ¡No teman ante ellos! ¡Acuérdense que el Señor es grande y poderoso! ¡Luchen por sus hermanos, hijos e hijas, por sus mujeres y sus casas!
Constataron nuestros enemigos que estábamos apercibidos y que Dios había desbaratado sus planes; así que pudimos volver a las murallas, cada uno a su trabajo. Desde aquel día, la mitad de mis muchachos trabajaba en la obra y la otra mitad empuñaba lanzas, escudos, arcos y corazas, mientras los jefes todos de Judá los apoyaban incondicionalmente. Los que construían la muralla y los que portaban las cargas realizaban con una mano el trabajo y con la otra empuñaban un arma. Cada albañil tenía una espada ceñida a la cintura y así realizaba su labor. A mi lado estaba permanentemente alguien que tocara la corneta.
PENSAR: El liderazgo coordina la organización del pueblo y provee aliento para realizar la tarea. El miedo es uno de los ataques del enemigo, que nos vienen por todos los flancos: Problemas, dudas, tentaciones, y miedo. Nehemías asume la tarea de dar aliento. Seguramente él mismo también sentía miedo, pero se aferró a la memoria de la fe. Acordarse del Señor es recordar lo que Dios ha hecho en otros tiempos. Es vivir constantemente “en memoria de Cristo”. Recordando el gran amor que Dios le ha tenido al mundo, amor demostrado en la historia del Señor Jesús.
“¡Luchen por sus hermanos, por sus hijos e hijas, y por su esposa!” Saquen de lo profundo de su corazón la valentía para demostrar que nuestro pueblo vale la pena. ¿Y por qué vale la pena? Porque es el depositario de la bendición de Dios para el mundo entero. Porque creemos que nuestro pueblo existe para ser canal de bendición, de parte de Dios, a todas las familias de la tierra. Y sí, efectivamente, por medio del pueblo que reconstruyó Jerusalén nos vino el Señor Jesús.
Las palabras de aliento de un líder cristiano no son lo mismo que el discurso del entrenador en el medio tiempo. El entrenador ayuda a los jugadores a sacar lo mejor que tienen. El líder cristiano apunta hacia la grandeza de Dios e invita a luchar por el pueblo de Dios. Sin embargo, con todo este lenguaje de lucha y de grandeza de Dios hay que tener cuidado, porque son los mismos lemas que utilizan los sectores más combativos del islam. No tenemos lucha contra sangre y carne. No participaremos en el remolino interminable de la violencia que sólo conduce a más violencia. La lucha por el pueblo de Dios es el ánimo de seguir amando, es la voluntad de seguir caminando en rectitud, con actitud de perdón y comprensión mutua. Es la voluntad de seguir a Cristo.
Y cuando proclamamos que Dios es grande no lo hacemos para que sean destruidos quienes no comparten nuestra misma fe y orden. Acordarnos que Dios es grande es revivir la memoria de Cristo, que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, y dio su vida en rescate por muchos.
ORAR: Señor, queremos vivir hoy en memoria de Cristo, reviviendo todo lo bueno que hizo. Amén.

IR: Cristo es la justicia de Dios para todo aquel que en él cree.