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Nehemías 4:13-17 (La Palabra)
Dije a los nobles, a las autoridades y al resto del pueblo: La obra es extensa y estamos desperdigados a lo largo de la muralla, lejos los unos de los otros. Así que cuando oigan el sonido de la corneta acudan allí para ayudarnos. Nuestro Dios luchará por nosotros. Desde el amanecer hasta que salían las estrellas trabajábamos en la obra, siempre con la mitad de nosotros empuñando las lanzas. Dije también al pueblo: Que cada uno pernocte con su criado dentro de Jerusalén, haciendo guardia de noche y trabajando de día. Ni yo, ni mis familiares, ni mis muchachos, ni los hombres de la guardia que me acompañaban nos quitábamos el vestido; nadie se separaba de su arma.
PENSAR: Para seguir adelante ante la contingencia, Nehemías y el pueblo hicieron dos tipos de adaptaciones. Para nosotros, la contingencia es una realidad inevitable. Es una horrible pandemia que está llevándose a nuestros seres queridos, y que no nos permite ejercer el ministerio de la manera en que estábamos habituados a hacerlo. Aprendemos de las dos adaptaciones del tiempo de Nehemías.
La primera es que la obra no se detiene. El constructor se convierte en constructor armado; es albañil-soldado. Tiene la pala en una mano y la espada en la otra. Trabaja y al mismo tiempo está listo para defenderse de los ataques. Hoy en día es un asunto muy delicado este asunto de tener un arma “para defenderse”. Ya hemos visto que miles y miles de muertes inocentes de producen por esta idea tenaz de que cada ciudadano tenga su propia arma. Es una tragedia social, y no tiene nada que ver con este episodio de Nehemías 4. Esta es una situación concreta de la historia del pueblo de Israel, que no se relaciona con ese deseo de tener una pistola en la casa. En la fe cristiana debemos tener confianza plena en nuestro Padre celestial, en su poder, porque su ángel acampa alrededor de quienes le temen, y los defiende. Ellos confían en sus carros de guerra y en sus pistolas. Nosotros confiamos en el nombre del Señor.
Habiendo hecho esta aclaración, decimos que hay que seguir trabajando en la reconstrucción, sin detenernos. La obra no se detiene, a pesar de los peligros. ¿Cómo hacemos para seguir trabajando aún en medio de pandemia? No dejamos de reconstruir, pero cuidándonos a nosotros mismos y cuidándonos unos a otros. Nehemías no consideró la opción de abandonar la obra. Eso hubiera sido cumplir el deseo de los enemigos. Había que seguir reconstruyendo, pero haciendo una adaptación. Con precaución y con las armas para luchar contra la pandemia.
La otra adaptación es que la comunicación tampoco se detiene. Estamos “lejos los unos de los otros”, pero hay un recurso: es la corneta. Así se establece la comunicación entre los miembros del pueblo. Es señal de auxilio y es señal de respuesta del pueblo organizado que no pierde el contacto entre unos y otros. En este tiempo, estamos lejos unos de otros, pero nuestra vida como pueblo continúa. Seguimos perteneciéndonos mutuamente, y nos comunicamos unos con otros. Hoy hay muchas formas y medios de comunicación para ver cómo estamos, para acompañarnos en la oración, y para darnos palabras de ánimo.
ORAR: Señor, enséñanos a hacer adaptaciones para seguir con la obra y seguir en contacto. Amén.

IR: Cristo es la justicia de Dios para todo aquel que en él cree.