Salmos 148:7-13 (Reina-Valera Actualizada 2015)
Alaben al SEÑOR desde la tierra, los grandes animales acuáticos y todos los océanos,
el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento tempestuoso que ejecuta su palabra,
los montes y todas las colinas, los árboles frutales y todos los cedros,
los animales y todo el ganado, los reptiles y las aves que vuelan,
los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y todos los jueces de la tierra,
los jóvenes y también las jóvenes, los ancianos junto con los niños.
Alaben el nombre del SEÑOR porque solo su nombre es sublime;
su majestad es sobre tierra y cielos..
PENSAR: La buena noticia de gran alegría es que, para nuestro bien, Dios se encarnó en el Señor Jesús. Nos ha nacido un salvador, que es el Mesías, el Señor. La luz brilla en la oscuridad y la oscuridad no puede vencerla.
En uno de estos días de vacaciones vimos un par de películas japonesas de dibujos animados. En ambos filmes detectamos la nostalgia que tiene una sociedad altamente industrializada y muy secularizada por recuperar algún sentido de espiritualidad, por medio de la valoración de la naturaleza. Se les confiere a los árboles, a los bosques, a las montañas, una personalidad espiritual, como en el animismo, y se les presentan ofrendas como actos de adoración y respeto. Es el suspiro nostálgico de la sociedad contemporánea por recuperar algo de lo que se perdió con el imperio de razón, con la eliminación de toda superstición, con el dominio de la ciencia y la tecnología. Y nos preguntamos, ¿qué dice la fe bíblica sobre los elementos de la naturaleza?
El salmo 148 es un buen botón de muestra. Todo aquello que en las diversas culturas humanas se ha considerado poseedor de algún poder espiritual, en forma de tótems tribales, espíritus del bosque, dioses de sistemas mitológicos, poderes políticos y nacionalismos que se han divinizado en la antigüedad así como en la actualidad… todo es invitado a unirse a la sinfonía de alabanza universal al nombre del SEÑOR, porque sólo su nombre es sublime.
Hay muchas razones para alabar a Dios. Tenemos mucho que celebrar. En navidad cantamos: ¡Gozo al mundo, el Rey de reyes nació! En resurrección cantamos: ¡Resucitó, la nueva dad! La encarnación y la resurrección son eventos cuya importancia no alcanzamos a calcular, y por eso, todo lo que podemos hacer es alabar el nombre del SEÑOR, porque sólo su nombre es sublime.
El Dios que creó los monstruos marinos, los animales salvajes, los reptiles y los seres voladores, los bosques y las montañas, los elementos naturales y la realidad política, toda la vida de la biósfera y toda la vida humana… ese Dios nos invita a entrar al nuevo año. Un año lleno de promesas y posibilidades. Dios nunca nos dice que todo será perfecto, pero promete estar con nosotros, en todo lo que encontremos en el camino.
ORAR: SEÑOR, cuyo nombre es el único sublime, entramos al año nuevo con esperanza. Crea tu amada comunidad, llena de paz, prosperidad y amor por todos tus hijos e hijas. En el nombre de tu Hijo Jesús. Amén.
IR: Amemos con todas nuestras fuerzas, sin remilgos. Seamos el pueblo de Dios en el mundo. Practiquemos la hospitalidad, hagámonos accesibles con humildad y mansedumbre.