Marcos 15:21-32 (La Palabra)
Y a uno que pasaba por allí al volver del campo, a un tal Simón, natural de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús. Llevaron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa lugar de la Calavera. Allí le dieron vino mezclado con mirra, pero él lo rechazó. A continuación lo crucificaron y los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suertes, para ver con qué se quedaba cada uno. Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Y había un letrero en el que estaba escrito el motivo de la condena: “El rey de los judíos”. Al mismo tiempo que a Jesús, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda. [Así se cumplió la Escritura que dice: Fue incluido entre los criminales]. Los que pasaban lo insultaban y, meneando la cabeza, decían: — ¡Eh, tú que derribas el Templo y vuelves a edificarlo en tres días: sálvate a ti mismo bajando de la cruz! De igual manera los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se burlaban de él diciéndose unos a otros: — Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí mismo. ¡Que baje ahora mismo de la cruz ese mesías, ese rey de Israel, para que lo veamos y creamos en él! Los otros que estaban crucificados junto a él, también lo llenaban de insultos.
PENSAR: La cruz de Jesús hace que los anónimos lleguen a ser conocidos. En el relato de hoy observamos que hay varias menciones a personas en torno a la crucifixión del Señor Jesús. Se menciona a los soldados, sin referirse a ellos por nombre. También se menciona a dos ladrones que lo llenaban de insultos. Aparecen también “los que pasaban”, que también participaban en los insultos. Además, sin mencionarlos por nombre, están los sumos sacerdotes y los doctores de la ley. A pesar de saber sus nombres, el texto los deja en el anonimato. Ante la cruz de Jesús, esos líderes de un sistema religioso hipócrita no pueden llegar a ser alguien.
Sin embargo, hay tres nombres que sí se mencionan. Son un padre y dos hijos. Simón de Cirene y sus hijos Alejandro y Rufo. Tal familiaridad nos da una pista importante sobre esta familia. Era uno que venía del anonimato, volvía del campo, y llegó a tener el enorme honor de cargar la cruz del Señor. A diferencia de los sumos sacerdotes, tan prominentes en la vida religiosa del momento, Simón y sus hijos no quedaron en el anonimato. Se les identifica por nombre como si las personas que leyeran este texto pudieran saber de quiénes está hablando. ¡Si son Alejandro y Rufo! Grandes amigos y hermanos, conocidos y apreciados por toda la comunidad de fe.
La cruz de Jesús hizo que Simón y sus hijos llegaran a ser alguien en la historia. Su nombre quedó registrado y su memoria permanece a lo largo de los siglos, gracias a la cruz del Señor.
Quiere decir que lo que nos da identidad (lo que nos hace salir del anonimato) es la experiencia de participar en la cruz del Señor Jesús. Así como el Señor reveló plenamente su identidad de Mesías desde la cruz, sus seguidores encontramos nuestra verdadera identidad al sufrir la persecución por su causa, al participar del sufrimiento por ser fieles al nombre de Cristo.
ORAR: Señor, ayúdanos a valorar las experiencias de sufrimiento al seguir tu camino. Amén.
IR: Dios está actuando para bendecir a su mundo, y nos invita a participar en esa misión.