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Marcos 4:30-34 (La Palabra)
También dijo: — ¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿Con qué parábola lo representaremos? Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra; pero una vez sembrado, crece más que todas las otras plantas y echa ramas tan grandes que a su sombra anidan los pájaros.
Con estas y otras muchas parábolas les anunciaba Jesús el mensaje, en la medida en que podían comprenderlo. Y sin parábolas no les decía nada. Luego, a solas, se lo explicaba todo a sus discípulos.
PENSAR: La parábola de la semilla de mostaza es acerca de los comienzos pequeños, insignificantes, y de la promesa de desarrollo y crecimiento hasta dimensiones mucho más grandes.
Normalmente se ha interpretado como una promesa de crecimiento del cristianismo en la historia, desde sus comienzos más humildes hasta llegar a llenar la tierra como un gran árbol. Sin embargo, en el texto no hay nada que indique que Cristo esté hablando de la iglesia, o del aumento de poderío de la cristiandad.
Tendremos que interpretar esta parábola de una manera que evite el error del imperialismo, de la extensión colonialista y dominadora del cristianismo por sobre todos los rincones del mundo. Es muy común entre creyentes utilizar el lenguaje expansionista de “extender el reino de Dios”, como si fuera un imperio con fronteras geográficas. Es un error terrible, porque nos ha llevado a pensar que el cristianismo es equivalente a una cierta cultura occidental y europea.
Sabemos por las parábolas anteriores que la semilla es la palabra de Dios, y que la tierra en donde se planta la semilla es el corazón humano. Por lo tanto, sería más congruente interpretar esta parábola como el crecimiento del evangelio en nuestra vida; la manera en que Cristo se hace cada vez más y más presente en nuestro corazón, de modo que lo llena todo y produce una transformación en nosotros.
La fe en Cristo sí debe tener un comienzo insignificante y modesto. Cuando es auténtica, no se impone desde las altas esferas del poder por medio de decretos oficiales del imperio. Más bien crece a partir de una semilla muy pequeña. Pero su crecimiento es implacable. Nada lo detiene. Produce una transformación que afecta al ambiente, porque en las ramas del árbol viven pájaros. Esto quiere decir que la persona que conoce a Cristo se convierte en una bendición para los demás, en una fuente de seguridad y en un refugio para quienes tienen el corazón confundido y asolado.
ORAR: Señor, realiza tu maravillosa obra en nosotros desde hoy. Que tu palabra crezca en nuestro corazón como esa semilla pequeña, cuyo crecimiento no puede ser detenido por nada. Amén.
IR: Nuestra mayor alegría es recibir la invitación para ir a la casa de Dios.