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Salmos 62:6-9 (La Palabra)
Sólo Dios es mi descanso, de él viene mi esperanza.
Sólo él es mi roca, mi salvación, mi fortaleza, ¡no sucumbiré!
En Dios está mi salvación, mi gloria y mi fortaleza; en Dios está mi refugio.
Confíen siempre en él los que forman su pueblo;
abran ante él su corazón, pues Dios es nuestro refugio.
PENSAR: En nuestra cultura de trabajo estamos muy habituados a despreciar el descanso. Todos conocemos el dicho de “descansar haciendo adobes”. Quiere decir que aún en los días de descanso, tenemos que ocuparnos en hacer algún trabajo, ya sea para preparar el trabajo que se hará después, o para conseguir algunos ingresos extra, o simplemente para no aburrirnos. De este modo, los días de descanso simplemente se convierten en días en los que se hace otro tipo de trabajo, por variar.
Esto significa que estamos despreciando el descanso. En el ritmo de Dios, la semana se estructura alrededor de un día de descanso, y seis de trabajo, que sirven para darse sentido mutuamente. El trabajo da sentido al descanso, y viceversa. Incluso si nuestro trabajo se realiza desde casa (como es el caso de mucha gente hoy en día), se debe definir con más razón el tiempo de trabajar y el de descansar. Hemos entendido que quedarnos en casa no significa que se tienen que borrar las fronteras entre el trabajo y el descanso, sino que se tienen que definir más precisamente.
Dios creó el descanso para darnos tiempo y espacio para la curación, el rejuvenecimiento y la esperanza. Así como estamos llamados a servir, Dios también nos llama a descansar. Es necesario hacer espacio y tiempo, simplemente para descansar en la presencia de Dios, confiando en Dios y permitiendo que Dios nos renueve en nuestro propósito como seguidores de Cristo.
En este salmo se relaciona a Dios con el descanso, porque sólo en Dios se encuentra el descanso auténtico. Sólo desde la fe podemos encomendar todos nuestros trabajos a Dios y descansar. Sólo en la confianza en nuestro Padre celestial podemos soltar esa angustia, dejar ir ese pendiente, relajarnos en la paz de Dios y dejar de preocuparnos con afán y ansiedad, porque Dios tiene cuidado de su pueblo, y podemos renovar fuerzas en el descanso gracias a la fidelidad y el cuidado de Dios.
Sin embargo, para conocer y disfrutar ese descanso, hay que abrir el corazón ante Dios. Hay que derramar el corazón en oración constante ante Dios. Abrir el corazón es dejar que Dios conozca aquello que nos está preocupando y quitando el sueño. Abrir el corazón ante Dios es presentarle nuestras quejas, dudas, lamentos, preguntas, inquietudes, guerras y tormentas internas, para que Dios nos de su descanso hoy mismo.
ORAR: Dios creador del descanso, así como nos llamas a servir a los demás en tu nombre, también nos llamas a descansar en tu presencia. Ayúdanos a tener calma en nuestra mente y en nuestro cuerpo, para que podamos encontrar descanso, curación y esperanza en ti, sin distracciones ni ansiedad. Amén.
IR: Conozcamos más profundamente nuestro llamado. Es un regalo de Dios para servir a su pueblo y a su mundo. Dios nos conoce y nos llama.