Salmos 147:10-11 (La Palabra)
No estima el vigor del caballo,
no aprecia las piernas del guerrero:
el Señor ama a quienes lo veneran,
a los que esperan en su amor.
PENSAR: La Biblia no está compuesta sólo de oraciones y mandamientos, máximas y aforismos de sabiduría ancestral. Sí hay todo eso, pero también contiene historias. Y en esas narraciones, Dios juega un papel crucial. Esto es muy importante para la teología bíblica, porque Dios se presenta como un protagonista activo de la historia humana. Dios actúa. El Dios de la Biblia no es sólo un Ser Supremo abstracto y filosófico, una idea fría y lejana que sólo sirve para armar silogismos supuestamente lógicos. No es sólo un soberano universal a quien nadie conoce en persona y a quien todos temen con terror y no con reverencia, un tirano celestial a quien hay que tener siempre contento. Nada de eso.
El Dios de la Biblia se interesa mucho por su mundo, lo sostiene con su palabra y con su Espíritu, y actúa constantemente para mostrar su amor y su gracia. Desde el comienzo del salmo 147 aparecen verbos para describir las acciones de Dios. Reconstruye, reúne, sana corazones dolidos, venda sus heridas. Conoce a todas las estrellas por nombre, tiene sabiduría infinita, mucho más que los humanos. Levanta a los humildes y hunde a los malvados. Juzga el carácter del ser humano y no es indiferente a los asuntos éticos. Sustenta la vida del ganado –animales que los humanos necesitamos y cuidamos, y también de los cuervos y urracas –indeseables para el humano.
El rasgo especial de este salmo es que dice que Dios no se impresiona con nuestra fuerza o belleza. Si ama a la humanidad, no es porque seamos muy buenos ni muy inteligentes. Sino todo lo contrario. Dios ama al mundo, y renueva su amor cada mañana –cada día se vuelve a enamorar—no por nuestras fuerzas, sino por nuestras debilidades. No nos ama por nuestra salud, sino por nuestra enfermedad. No le atrae nuestra belleza, sino nuestra fealdad. “Pues Dios no se conmueve ni se ufana por nuestra fuerza, vana ostentación. Más le ha dolido la tragedia humana, enfermedad que pide compasión”.
Para quienes no conocen la Biblia, de todas formas, Dios revela su sabiduría profunda por medio de los procesos naturales. Una mirada detallada a cualquier fenómeno de la naturaleza nos da testimonio de la gloria de Dios. El ejemplo del salmo es el ciclo del agua en el invierno y primavera. Nieve, escarcha y hielo se convierten en aguas que fluyen, y todo esto da testimonio de la sabiduría y la gloria con que todo ha sido constituido, no como un accidente del azar, sino lleno de propósito y sentido. En la naturaleza tenemos un “libro” sobre Dios que podemos leer.
También hay, además del “libro” de la naturaleza, el libro que contiene los pensamientos del eterno Dios, su palabra, sus normas y decretos para vivir de manera libre y sana, para conocerle, servirle y amarle en esta vida.
ORAR: Dios, ayúdanos a ver cómo estás actuando en el mundo hoy mismo. Amén.
IR: Dios ha sufrido por nosotros, por su amor profundo, y el que en él cree conoce su compasión.