Marcos 1:1 (Reina-Valera 60)
Principio del evangelio de JesuCristo, Hijo de Dios.
PENSAR: Esta es la primera frase del santo Evangelio según Marcos. Es importante observar que no es el único Evangelio, ni es la única versión de lo que ocurrió en el mundo cuando vino el Señor Jesús. Es el testimonio de la buena noticia según Marcos. Evidentemente, el documento original no contenía un título como el que nosotros le hemos asignado. Los creyentes de los primeros siglos identificaban así este libro: “El Evangelio según Marcos”. Desde ahí podemos entender que el cristianismo es una fe que no predica la uniformidad, sino la unidad en la diversidad de puntos de vista.
Las personas que leen este libro no deben elegir una versión de la historia de Jesús por sobre otra, porque no se trata de tener relatos competidores por el gusto del público, ni por la versión más verídica, ni por la única verdad del evangelio. El título que los antiguos cristianos dieron a los cuatro Evangelios indica que podemos tener más de una versión del magno evento Cristo Jesús. Todas las versiones que están incluidas en el Nuevo Testamento concuerdan en lo más importante: Cristo Jesús, el Justo de Dios, fue crucificado para nuestro rescate por los príncipes de este siglo, y fue resucitado para nuestra esperanza por el poder del amor de Dios.
Pero el título que hemos puesto los creyentes, aunque es una indicación efectiva de la apertura de la fe cristiana, de su carácter anti-sectario, no es el título original de la obra. En la literatura antigua se acostumbraba que la primera frase del libro fuera el título. De manera que, en este sentido, el título del Evangelio según san Marcos habría sido originalmente este: “Principio del evangelio de JesuCristo, Hijo de Dios”.
Si entendemos que esta frase es el título de la obra, entonces así hemos de entender todo el libro. Se trata del principio. Al leer los dieciséis capítulos debemos llegar luego a la conclusión de que esto es sólo el comienzo de la historia. En estos dieciséis capítulos está el principio del evangelio. Así, cada creyente tiene la invitación a darle seguimiento a este relato. El Señor Jesús ha venido, ha sido crucificado y ha resucitado, y su historia continúa si acaso se lo permitimos, si le abrimos el corazón para aceptar su llamado.
Esta es la fuerza de este relato. Para quienes lo escuchamos con fe, se trata del comienzo; es el principio de la buena noticia. Cristo está vivo y sigue llamando discípulos y discípulas; sigue tocando leprosos y enfermos de Covid19; sigue proclamando la realidad inminente del reino de Dios y llamándonos al arrepentimiento y la fe.
¿Qué vamos a responder? ¿Vamos a leer estos textos como simples crónicas históricas o relatos fantásticos y mitológicos producidos por los delirios de gente crédula, producto de una época premoderna, precientífica, ignorante, limitada? Así, el título de “Principio del Evangelio” no servirá de nada. Habrá sido un engaño, un ardid para atraer la atención de la persona que lee, pero sin la facultad real de comenzar una nueva historia de transformación por la palabra de Dios que retumba en estas páginas. Que ese título se haga realidad, depende de nosotros.
ORAR: Gracias por tu palabra, Señor. El principio de tu evangelio de transformación. Amén.
IR: Considerémonos un pueblo de gente afortunada por la gracia y la bondad de Dios.