Marcos 11:20-26 (La Palabra)
Cuando a la mañana siguiente pasaron junto a la higuera, vieron que se había secado hasta la raíz. Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús: — Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús le contestó: — Tengan fe en Dios. Les aseguro que si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá. Por eso les digo que obtendrán todo lo que pidan en oración, si tienen fe en que van a recibirlo. Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenselo, para que también el Padre que está en los cielos les perdone el mal que ustedes hacen. [Pero, si ustedes no perdonan, tampoco el Padre les perdonará el mal que ustedes hacen].
PENSAR: A primera vista, nos parece que el Señor está diciendo que la higuera se secó por su gran fe en el Padre. Los elementos del paisaje seguirán las órdenes de la gente creyente, como un monte que cambia de lugar, o una higuera que se seca hasta la raíz.
Sin embargo, es necesario leer un poco más entrelíneas. El Señor está juzgando a Israel por ser un pueblo que no está preparado para recibir a su Mesías. Jerusalén es como una higuera que no tiene frutos cuando el Señor viene a inspeccionar sus ramas. En este sentido, la higuera se secó no sólo por el poder de la fe, sino precisamente por la falta de fe de Israel.
¿Qué queda cuando un pueblo ha perdido la fe en Dios? Es una desgracia, porque no conoce el perdón del Padre. Del mismo modo, los seguidores de Jesús también están en el banquillo de los acusados, y están sometidos al mismo juicio de parte del Mesías que viene a buscar frutos.
El Señor Jesús les dijo que Dios perdonará a los creyentes el mal que hacen, si ellos mismos también perdonan a los demás. ¿Y cuál es “el mal que hacen” los discípulos? Pudiéramos hacer una lista muy larga de pecados, pero sólo vamos a observar uno. En la noche del arresto del Señor, uno de sus discípulos lo traicionó por treinta monedas de plata, otro lo negó tres veces, y todos lo abandonaron llenos de miedo.
Esa iglesia que formaban los primeros discípulos también parece una higuera sin frutos y sin fe. Pero el Señor Jesús nos dice que ora por nosotros, para que nuestra fe no falte, precisamente en la hora de la prueba. Somos muy débiles y fallamos. Sin duda hacemos el mal, como dice el Señor. Pero JesuCristo nos ha traído la gracia, el perdón de pecados por la fe. En medio de la noche de la tribulación, Jesús nos invita a entrar en su perdón, nos llama a perdonar a otros, con la misma gracia con la que se nos ha perdonado, cada vez que traicionamos, negamos y abandonamos al Señor Jesús.
ORAR: Señor, gracias por tu perdón. Enséñanos a vivir en tu gracia por la fe en Cristo. Amén.
IR: El Señor construye su bendito reino, en hum1ildad y para la reconciliación con el Padre celestial.