Salmos 119:1 (La Palabra)
Felices los de conducta intachable,
los que caminan en la ley del Señor.
PENSAR: El Salmo 119, el más extenso de todos. Contiene 22 secciones, según las letras del alfabeto hebreo. Hay ocho versos en cada sección, y en cada sección, todos los versos comienzan con la misma letra, según el orden del alfabeto. De modo que, en su idioma original, este salmo tiene un ordenamiento muy agradable a la vista.
La primera nota del salmo es una referencia a la felicidad. Nos recuerda el salmo primero: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos…” Quiere decir que la vida en los caminos de Dios es una verdadera felicidad. Es la bienaventuranza de una vida plena, es la felicidad en su máxima expresión. La persona que atiende a la palabra de Dios ha encontrado la verdadera felicidad. Para la cosmovisión bíblica esto es un asunto muy claro: La felicidad plena se encuentra en escuchar, atender y obedecer a la palabra de Dios; además, hacerlo con todo el corazón.
Según este planteamiento, la verdadera felicidad no consiste en tener éxito en los negocios, ni en la realización personal o profesional, ni en encontrar a la pareja ideal, ni en vivir una supuesta identidad sexual sin límites, ni en un estado de ausencia de dolor y preocupaciones, o de satisfacción placentera de los deseos. La bienaventuranza (que es felicidad al máximo) depende de la relación que tengamos con las palabras que han sido pronunciadas por Dios.
La tarea del enemigo siempre ha consistido en sembrar sospecha sobre la palabra divina: “¿Así que Dios ha dicho…?” Es lo que la serpiente dijo al ser humano en el Edén. Consiste en restar importancia a las palabras de Dios. Es relativizar los dichos de Dios como si fueran cualquier cosa, como si fueran simplemente una opinión más en un asunto de vital importancia.
Pero si el Señor ha hablado, sus palabras son para nosotros la fuente de verdadera vida y sustento. “No sólo de pan vivirá el ser humano, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Por eso rogamos con este salmo que Dios nos ayude, que nos dé su gracia para vivir según su palabra, que su Espíritu nos guíe para cumplir sus buenos mandamientos, y que Dios no se rinda ni se dé por vencido con nosotros.
Son tres los conceptos que aparecen en este verso: Felicidad, conducta correcta y palabra del Señor. ¿Y cómo se relacionan? Todo comienza con la palabra de Dios, que es viva y eficaz. Lo que Dios ha dicho no es sólo información útil o consejos opcionales. Su palabra es camino por el que hay que andar. Es un estilo de vida, una manera de vivir. Este modo de vida es la conducta correcta. No se refiere a una vida de apariencias religiosas, o de palabrería farisea. Es andar en la verdad, sin secretos ni mentiras. Esta vida en rectitud y justicia es la fuente de felicidad verdadera.
ORAR: Señor, enséñanos el secreto de la felicidad verdadera. Amén.
IR: El amor comprometido de Dios es nuevo cada mañana.