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Marcos 13:3-13 (La Palabra)
Estaba Jesús sentado en la ladera del monte de los Olivos de cara al Templo, cuando Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte: — Dinos cuándo sucederá todo eso y cómo sabremos que esas cosas están a punto de realizarse.
Jesús les contestó: — Tengan cuidado de que nadie les engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, y engañarán a mucha gente. Cuando oigan noticias de guerras y rumores de conflictos bélicos, no se alarmen. Aunque todo eso ha de suceder, todavía no será el fin. Se levantarán unas naciones contra otras, y unos reinos contra otros, y por todas partes habrá terremotos y hambres. Estas calamidades serán sólo el principio de los males que han de sobrevenir.
Preocúpense por ustedes mismos. Los entregarán a las autoridades y los golpearán en las sinagogas. Por causa de mí los llevarán ante gobernadores y reyes para que den testimonio delante de ellos. Pues antes del fin ha de ser anunciada a todas las naciones la buena noticia [de la salvación]. Cuando los conduzcan para entregarlos a las autoridades, no se preocupen por lo que han de decir; digan lo que en aquel momento les sugiera Dios, pues no serán ustedes quienes hablen, sino el Espíritu Santo. Entonces el hermano entregará a la muerte a su hermano, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. Todos los odiarán por causa de mí; pero el que se mantenga firme hasta el fin, se salvará.

PENSAR: El anuncio del Señor Jesús en cuanto a que todo sería destruido dejó inquietos a los discípulos. Los cuatro pescadores se le acercaron para preguntarle de manera muy puntual: ¿Cuándo sucederá eso?
Parece que, desde el principio, este ha sido el asunto que más ha preocupado a los creyentes: “¿Cuándo sucederá eso?” Lo interesante del pasaje es que en la respuesta del Señor Jesús no aparecen indicaciones cronológicas, ni fechas en el calendario. El Señor no responde a la pregunta del ‘cuándo’, sino que llama a la fidelidad. La enseñanza de Cristo sobre el fin no se ocupa de dar fechas, sino de advertir sobre la necesidad de estar firmes.
Es muy importante que la respuesta del Señor comienza con la advertencia de no dejarse engañar. Es porque en este asunto abundan los engañadores, que calculan enredosamente una fecha aquí y otra allá, un suceso aquí y otro allá, y por sus sumas y restas de años llegan a conclusiones ficticias, inventos que les proporcionan ocasión para engañar y para hacer ganancias con su engaño.
Las guerras, terremotos, hambrunas y crisis socioeconómicas no son indicadoras del fin de los tiempos, sino del principio de calamidades. Son el trasfondo, el escenario de nuestra misión. El testimonio de Cristo se tiene de dar, aun ante las autoridades, y soportando persecuciones de los de afuera y desilusiones de los de adentro. Este parece ser el medio ambiente normal de la misión cristiana: Mantenerse firme hasta el fin a pesar del entorno de odio y desamor en que se vive.

ORAR: Señor, ayúdanos a seguir proclamando tu gran amor por el mundo, a pesar de todo. Amén.

IR: ¡Qué bueno y qué agradable es formar parte del pueblo de Dios!