Salmos 128 (La Palabra)
Feliz quien venera al Señor, quien marcha por sus caminos.
Comerás del trabajo de tus manos, serás feliz y te irá bien.
Será tu esposa como parra fecunda en la intimidad de tu casa;
serán tus hijos como ramas de olivo en torno a tu mesa.
Así será bendecido todo el que venera al Señor:
“Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la dicha de Jerusalén
todos los días de tu vida,
que veas a los hijos de tus hijos. ¡Que reine la paz en Israel!”.
PENSAR: En este salmo, la bendición de Dios se describe con tres notas de maneras muy concretas y sencillas: Trabajo que permite tener sustento, equivale a felicidad y buena ventura. Vida de familia, pertenencia e intimidad doméstica, equivale a la mayor bendición sobre la tierra. Proyecto nacional que garantiza la paz y la tranquilidad, equivale a la posibilidad de florecer como seres humanos. Miles de años antes del “American dream”, y en una tradición distinta a la de la filosofía griega, el salmo 128 ya describía el florecimiento humano en términos muy especiales, como producto de una buena relación con el Señor.
Don Quijote dijo a Sancho: “¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!” Hace referencia a la bendición de generar el sustento como producto de su propio trabajo. Esta es la primera de las bendiciones que se mencionan en el salmo. Comer del trabajo de las manos. No es precisamente el ideal de los antiguos epicúreos, de trabajar sin tener patrón. Fray Luis de León traducía así un famoso poema de Horacio: “Dichoso el que, de pleitos alejado, cual los del tiempo antiguo, labra sus heredades, no obligado al logrero enemigo”. En la cosmovisión bíblica, el trabajo honrado es fuente de bendición independientemente si el trabajador es empleado por alguien o trabaja por su cuenta. Hay una relación sagrada entre trabajo y sustento. Esta relación es justa, y como tal, honra a Dios. En cambio, si sólo hay trabajo, pero no hay sustento, esa injusticia deshonra a Dios –como también lo atestigua nítidamente la tradición bíblica.
En la vida de familia está escondida la mayor bendición de Dios, porque en el trato íntimo de pertenecer a una realidad doméstica es donde se debe encontrar la vulnerabilidad y la ternura. La felicidad se pasea por donde el ser humano se siente en casa, donde puede quitarse los zapatos y descansar, con un trato afectivo y cariñoso, por el sentido de pertenencia.
La tercera nota del salmo se refiere a la realidad nacional. Que el país donde vivimos sea un resguardo de paz y tranquilidad. Con esa protección, el ser humano puede florecer, gracias a la relación especial que cultiva con Dios.
ORAR: Señor, gracias por tu bendición, que es la que verdaderamente nos enriquece. Amén.
IR: Todas las bendiciones que valen la pena provienen de una relación especial con Dios.