Marcos 8:31-38 (La Palabra)
Entonces Jesús empezó a explicarles que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho; que había de ser rechazado por los ancianos del pueblo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que luego lo matarían, pero que al tercer día resucitaría. Les hablaba con toda claridad. Pedro entonces, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a su vez a Pedro, diciéndole: — ¡Apártate de mí, Satanás! ¡Tú no piensas como piensa Dios, sino como piensa la gente!
Luego Jesús convocó a la gente y a sus propios discípulos y les dijo: — Si alguno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que entregue su vida por mi causa y por la causa de la buena noticia, ese la salvará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su propia vida? ¿O qué podrá dar una persona a cambio de su vida? Pues bien, si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje delante de esta gente infiel y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga rodeado de la gloria de su Padre y acompañado de los santos ángeles.
PENSAR: En las afueras de Cesarea, la capital política, los discípulos acaban de reconocer a Jesús como el Mesías, pero el Señor les ha mandado guardar el secreto. Comenzó a decirles que este Mesías sería rechazado y maltratado por las autoridades del pueblo. Es el primer anuncio de su muerte y resurrección.
Este anuncio es sorprendente, pues no corresponde a lo que ellos esperan del Mesías. Y no sólo eso, sino que también les anuncia que sus seguidores deberán cargar su cruz. El evento histórico de la crucifixión de Cristo se relaciona con la biografía de cada seguidor y seguidora de Jesús, porque cada quien deberá vivir su propia crucifixión por seguir el evangelio. Debemos renunciar a nuestro egoísmo y al reclamo de los derechos que supuestamente tenemos en nuestra posición de privilegio. Eso es negarse a sí mismo.
¿Por qué Jesús no quiere ser identificado como Mesías sin cruz? Porque un Mesías sin cruz sólo es más de lo mismo. No es evangelio. Es el mismo discurso del poder de la fuerza y de la violencia. Es el mismo planteamiento de los Macabeos, líderes militares que echaron fuera a los griegos, y lograron la independencia del imperio helénico. El Señor Jesús es un líder diametralmente opuesto a los Macabeos. Ellos tomaron las armas e hicieron la guerra; derramaron sangre, con odio hacia los extranjeros. En cambio, Jesús renunció al uso de la espada y la violencia. Si Jesús hubiera recurrido a la ayuda de sus ejércitos angelicales, habría sido solamente más de lo mismo: repetir la misma historia de malas noticias, que dice que el más fuerte es el que gana. Es repetir la misma historia antigua de la ley del más fuerte. Un Mesías sin cruz no son buenas noticias.
En cambio, el Mesías en la cruz es la buena noticia del evangelio porque absorbe la violencia y la maldad del mundo entero para extinguirla en su propia muerte. Desde la cruz, nos invita a darnos cuenta de que el amor y el perdón son mucho más poderosos que el odio y la amargura.
ORAR: Señor, enséñanos a seguirte hasta la cruz para conocer el poder del amor. Amén.
IR: Vale la pena seguir sembrando, porque vamos a recoger gavillas llenas de vida en abundancia.