Marcos 4:1-9 (La Palabra)
De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. Y se le reunió tanta gente que decidió subir a una barca que estaba en el lago y sentarse en ella, mientras la gente permanecía junto al lago en tierra firme. Entonces Jesús se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su enseñanza: — Escuchen: Una vez, un sembrador salió a sembrar. Al lanzar la semilla, una parte cayó al borde del camino y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde había poca tierra; y como la tierra no era profunda, la semilla brotó muy pronto; pero en cuanto salió el sol, se agostó y, al no tener raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre cardos, y los cardos crecieron y la ahogaron sin dejarle que diera fruto. Otra parte, en fin, cayó en tierra fértil y germinó y creció y dio fruto: unas espigas dieron grano al treinta; otras, al sesenta; y otras al ciento por uno. Jesús añadió: — Quien pueda entender esto, que lo entienda.
PENSAR: Los Evangelios nos presentan una imagen de Jesús muy activo en el ministerio. En nuestra cultura hispanoamericana estamos muy habituados a ver a Cristo colgado en la cruz. Esto ha generado una imaginación popular sobre el Señor Jesús, principalmente crucificado. En el movimiento evangélico se ha insistido mucho en otras visiones de Cristo, no solamente crucificado. Se habla del Jesús resucitado, y también está el Jesús que es maestro, o predicador.
Según la imagen de Cristo que tengamos como iglesia, así será nuestra misión. En la historia de las iglesias evangélicas en el mundo de habla hispana son muy comunes los casos de escuelas y colegios que se fundaron gracias al ministerio de las iglesias. Esto es así precisamente por el ejemplo de Cristo, que no sólo nació y luego inmediatamente murió en la cruz, sino que fue predicador y maestro, a veces usando púlpitos muy creativos, como este bote pescador.
Hoy tenemos aquí un ejemplo de la predicación del Señor Jesús. Es un relato muy sencillo, que tiene un gran significado, muy profundo. Así son las historias de Jesús. Sencillas y fáciles de entender. Sin embargo, tienen un mensaje que no todos pueden captar, porque es “para el que tenga oídos para oír”. Esto quiere decir que se entiende con el corazón, y con la voluntad de creer.
El término parábola nos recuerda las clases de matemáticas. Es la gráfica de una curva que tiene dos mitades equivalentes, como el reflejo del espejo. De este modo, el relato de Jesús es una parábola porque refleja fielmente algún aspecto de la realidad espiritual.
Esta parábola, que se conoce como la del sembrador, bien pudiera también llamarse “la parábola de los suelos”, porque indica cuatro posibles respuestas a la semilla que proviene del sembrador. Para poder entender este mensaje no se necesitan muchos conocimientos. Es una historia sencilla, pero su reflejo en nuestra vida tiene implicaciones muy profundas.
ORAR: Señor, queremos tener el corazón dispuesto para entender tu mensaje. Amén.
IR: Nuestra mayor alegría es recibir la invitación para ir a la casa de Dios.