Marcos 6:14-18 (La Palabra)
La fama de Jesús llegó a oídos del propio rey Herodes. Había algunos que decían: — Este es Juan el Bautista, que ha resucitado. Por eso tiene poder de hacer milagros. Otros, en cambio, decían que era Elías; y otros, que era un profeta semejante a los profetas antiguos. Al oír Herodes todo esto afirmó: — Este es Juan. Yo mandé que lo decapitaran, pero ha resucitado. Y es que el mismo Herodes había hecho arrestar a Juan y lo tuvo encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la esposa de su hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan había dicho a Herodes: — No te es lícito tener a la mujer de tu hermano.
PENSAR: Jesús había mandado a sus discípulos como profetas que sanaran enfermedades y expulsaran demonios. Nos llama la atención que hubiera tantos con espíritus impuros entre aquella población. De alguna manera, era un problema generalizado, pues como ya hemos observado, el individuo es síntoma de la enfermedad espiritual de todo el pueblo.
Así, al hablar del rey de aquel pueblo, Herodes el tetrarca de Galilea, son más evidentes las marcas de la obra del diablo en su vida. Jesús dio autoridad a sus misioneros para sacar fuera a los demonios. Esto quiere decir que cada vez que se proclama fielmente el evangelio y se vive congruentemente su mensaje de la realidad del reino de Dios, se reclama para Dios todo aquello que le pertenece.
Ante el falso rey Herodes, el mensaje del verdadero Rey de reyes, Cristo Jesús, le señala que su vida sigue un rumbo contrario a la ley de Dios. Tal vez su situación familiar podría estar amparada por las leyes del derecho romano, pero iba en contra de la ley de Dios. El llamado al arrepentimiento y la conversión también le llegó a Herodes. Él también fue invitado a darle a Dios lo que le corresponde. También él debía ser exorcizado.
¡Basta de servir al enemigo, debes servir a Dios! Basta de desperdiciar el tiempo en los intereses del enemigo de nuestras almas. Usemos nuestro tiempo sabiendo que le pertenece a Dios. Basta de usar nuestras manos como instrumentos de injusticia; deben ser instrumentos de la dignificación de la persona, de la justicia y la paz. Esos son los intereses de Dios.
¿Sería posible que Herodes escuchara y atendiera a la palabra? ¿Podría él corregir su rumbo y ser restaurado de manera integral? La función profética es predicar el arrepentimiento. Es proclamar y reclamar lo que justamente le pertenece a Dios. El mensaje sigue vivo, más allá de la muerte de un profeta, porque nada puede matar la verdad. Juan el bautista fue asesinado, pero la palabra de Dios sigue viva. Es palabra de salud y de liberación de la opresión del enemigo. Es palabra de arrepentimiento y salvación, para todo el pueblo.
Si alguien predica el arrepentimiento, seguramente acabará decapitado. Keith Green cantaba esta verdad diciendo: “Ofrezco mi cabeza al cielo por el evangelio, y confío plenamente en Dios”.
ORAR: Señor, queremos darte lo que te corresponde: toda la fuerza de nuestro corazón. Amén.
IR: En el conflicto entre el victimario y la víctima, Dios libera a la víctima y transforma al victimario.