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Isaías 60:1-3 (Reina-Valera Actualizada 2015)
¡Levántate! ¡Resplandece! Porque ha llegado tu luz, y la gloria del SEÑOR ha resplandecido sobre ti. Porque he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra; y la oscuridad, los pueblos. Pero sobre ti resplandecerá el SEÑOR, y sobre ti será vista su gloria. Entonces las naciones andarán en tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer.
PENSAR: El lenguaje es imperativo. Es una orden. Es un mandamiento. No se trata de una invitación al optimismo. Es el anuncio de una iniciativa divina de visitar al mundo, para rescatarlo y darle sentido, y el llamado a participar en esa visita redentora.
No dice que el pueblo tenga la luz como si fuera una virtud propia, sino que la luz viene del Señor. No son halagos para hacernos sentir bien por nuestras muchas cualidades ocultas, que hay que dejar brillar. No se trata de una palabra de ánimo para despertarnos por la mañana, como diciendo: “¡Tú puedes! ¡Eres extraordinario!” Ese tipo de discurso de superación personal en el fondo es sólo charlatanería barata.
Más bien, dice que la luz le pertenece a la gloria del Señor, y se anuncia que esa gloria resplandecerá en el mundo, a la vista de todas las naciones. La fe cristiana sostiene que esta palabra profética se cumplió cuando Dios apareció entre nosotros en la venida del Hijo eterno, JesuCristo. La navidad es una gran invitación a levantarnos, a participar con Dios en el rescate de su mundo.
En la navidad, Dios nos llama a dejar nuestra indiferencia y apatía. Dios nos llama a creer que el reino se ha acercado, a aceptar la gracia del arrepentimiento y la fe en el Señor Jesús. Dios nos llama a imaginar otra realidad que no es esta oscuridad que cubre a todos los pueblos. Es cierto que las tinieblas cubren la tierra entera. Parece una sentencia muy grave, decir que todo el mundo está en penumbra, ¡pero es cierto!
Por todas partes hay conflictos y violencia, hay muchos problemas económicos que afectan a millones de familias en todos los países, y por si fuera poco, estamos en medio de lo peor de una pandemia, una peste de proporciones históricas. La enfermedad ha cobrado la vida de casi dos millones de personas y ha cerrado permanentemente miles de negocios y fuentes de empleo.
Sí, es difícil creer. Es difícil escuchar esta palabra y recibirla con fe. ¿Levantarnos? ¿Resplandecer? Evidentemente, no lo podemos hacer. Más bien nos sentimos paralizados y adormecidos. Pero a nosotros, en medio de nuestra noche, ha venido la palabra de Dios a decirnos este mensaje. Sólo por fe podemos obedecer, levantarnos y brillar. Sólo por obra del Espíritu en nuestra vida. Sólo por la gracia de Dios. Su poder se perfecciona en nuestra debilidad, y si respondemos a la invitación de la navidad, Dios hará maravillas en el mundo a través de instrumentos tan imperfectos y débiles como nosotros. ¿Vamos a dejar que esta luz brille en nosotros? Aunque no nos demos cuenta, si respondemos a esta palabra, Dios bendecirá a muchos más porque podrán ver el amor y la luz de Dios.
ORAR: Señor, estamos rodeados de oscuridad y tristeza, sin poder ver la luz; ayúdanos a creer tu palabra. Queremos responder a tu invitación a brillar con tu luz. Amén.
IR: Una esperanza sin fallos, un amor sin remilgos, un gozo sin excusas y una paz sin explicaciones.