Marcos 5:29-36 (La Palabra)
Y, efectivamente, le desapareció de inmediato la causa de sus hemorragias y sintió que había quedado curada de su enfermedad. Jesús se dio cuenta en seguida de que un poder curativo había salido de él; se volvió, pues, hacia la gente y preguntó: — ¿Quién ha tocado mi manto? Sus discípulos le dijeron: — Ves que la gente casi te aplasta por todas partes ¿y aún preguntas quién te ha tocado? Pero él seguía mirando alrededor para descubrir quién lo había hecho. La mujer, entonces, temblando de miedo porque sabía lo que le había pasado, fue a arrodillarse a los pies de Jesús y le contó toda la verdad. Jesús le dijo: — Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, libre ya de tu enfermedad. Aún estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga a decirle a este: — Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.]Pero Jesús, sin hacer caso de aquellas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: — No tengas miedo. ¡Sólo ten fe!
PENSAR: Junto a los varones, a las mujeres también se les dio el mensaje de predicar el evangelio a todas las naciones. Ellas fueron las últimas en retirarse de la cruz y las primeras en presentarse a la tumba vacía. A ellas se les dio el encargo de predicar la buena noticia de la resurrección del Señor Jesús. Si hoy en día los cristianos creemos en la resurrección de Cristo, es gracias al testimonio de mujeres, las primeras en creer y en proclamar la resurrección.
Esta mujer es alguien que no se resigna pasivamente al destino que la sociedad le ha impuesto. Ella es agente, y toma la iniciativa de buscar a Jesús. Ha gastado su dinero en remedios que no le han ayudado. Se decidió a tocar el borde del manto del Señor Jesús. Ella hizo todo su esfuerzo por llegar a Jesús. Entre el amontonamiento de la gente, tal vez arrastrándose entre los pies de la gente, ella tocó el borde del manto de Jesús. Se asumió a sí misma como agente de su destino. Es la mujer que se ha levantado contra las expectativas sociales de lo que debe ser una mujer. Ha buscado el contacto directo con el Señor.
Ella se convirtió en un botón de muestra de las comunidades cristianas. Al repetir este episodio en las iglesias de los primeros siglos, las hermanas se veían reflejadas en esta historia. Y así es también el día de hoy. Nuestras hermanas pueden ver el ejemplo de una mujer-agente. Gracias a Cristo, ellas tienen un horizonte abierto. Pueden florecer por su relación directa con el Señor.
El Señor Jesús miró alrededor para averiguar quién tocó su manto. La mujer se arrodilló delante de él y le contó toda su historia. Había estado enferma de un padecimiento horrible, de una impureza social y religiosa. Había sido engañada con remedios inútiles que sólo la despojaron de su dinero. Pero ella sabía que al tocar a Jesús quedaría sana. Esa es su confesión. Cuando Jesús escuchó este relato, hizo una conexión directa con su discípula. La afirma, la fortalece y la dignifica. Ella tiene una relación directa con su Señor Jesús, independientemente de estructuras, de líderes, y de organizaciones. La mujer tiene un acceso directo al Señor Jesús. En Cristo, toda mujer tiene el llamado, la vocación de ser sierva del reino de Dios, al igual que el varón.
ORAR: Señor, ayúdanos a afirmar y reafirmar el ministerio del Espíritu Santo, que utiliza por igual a hombres y mujeres para realizar su buena obra de bendición en el mundo. Amén.
IR: El señorío de Cristo no es opresión, sino libertad verdadera.