Marcos 6:30-32 (La Palabra)
Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le comunicaron todo lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo: — Vengan aparte conmigo. Vamos a descansar un poco en algún lugar solitario.
Porque eran tantos los que iban y venían que no les quedaba ni tiempo para comer. Así que subieron a una barca y se dirigieron, ellos solos, a un lugar apartado.
PENSAR: El Señor Jesús mantenía un ritmo sano en su ministerio. Alternaba tiempos de trabajo intenso con tiempos de descanso. Después de enviar a sus discípulos a hacer el trabajo de profetas en su propia tierra, les organiza un descanso. Mandó a sus misioneros a reducir su intensidad. Ellos ya estuvieron muy ocupados, trabajando intensamente por todas las aldeas de Galilea, proclamando el reino de Dios y reclamando lo que le pertenece a Dios.
Ahora van a descansar. Jesús les pide subir a la barca, sin acompañantes. Sólo el maestro y sus discípulos. Porque las exigencias del ministerio no les dan tiempo ni para comer. Van a buscar un lugar apartado y solitario para hacer un retiro. Jesús quiere hacer con sus discípulos un retiro para estar tranquilos.
Podemos imaginar esa jornada de navegación con el Señor Jesús en aquella barquita. En esa barca va la semilla de todo el pueblo cristiano de todas las épocas y de todas las denominaciones. El viento está calmo, el agua tranquila. Ya habíamos visto que ese mismo lago se pone bravo, y el Señor Jesús lo mandó callar después de despertar de una siesta.
Ahora está Jesús con nosotros en la barca y podemos hacerle preguntas sobre cualquier tema. Podemos entrar en cuestiones tal vez más personales; podemos hacernos amigos del Señor Jesús y unos de otros. Eso es navegar con Jesús sin tener las presiones del ministerio sobre los hombros. Es un proyecto especial de descanso con Jesús, para renovar nuestra relación con el Señor, y decirle –por ejemplo—“Señor, te cuento que, así como te rechazaron en Nazaret, así también me rechazaron a mí en mi aldea natal. La gente no cree que de un niño pueda salir un profeta, que de lo que no es, por gracia de Dios, sale lo que deshace lo que es, porque tiene un mensaje crucial para su mundo, y ese mensaje es el evangelio”.
En esa navegación quieta, los discípulos encuentran que se parecen a su maestro, y quieren parecerse todavía más. Quieren hablar como él; ser como él. Por eso quieren escucharlo, navegando con él en esa barquita, en ese retiro especial de descanso.
Así pudiéramos pensar, de alguna manera, que el confinamiento nos ha servido para navegar con Jesús, para bajar el ritmo, para no andar corriendo por la ciudad como lo hacíamos antes de la pandemia; para tener un ritmo de vida más tranquilo, porque ni siquiera teníamos tiempo ni para comer… Es un tiempo para escuchar al Señor de manera más personal y renovadora.
ORAR: Señor, gracias pues sabemos que si vas en la barca llegaremos bien al destino. Amén.
IR: En el conflicto entre el victimario y la víctima, Dios libera a la víctima y transforma al victimario.