Salmos 139:1-6 (Reina-Valera Actualizada 2015)
Oh SEÑOR, tú me has examinado y conocido.
Tú conoces cuando me siento y cuando me levanto;
desde lejos entiendes mi pensamiento.
Mi caminar y mi acostarme has considerado; todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua, y tú, oh SEÑOR, ya la sabes toda.
Detrás y delante me rodeas, y sobre mí pones tu mano.
Tal conocimiento me es maravilloso; tan alto que no lo puedo alcanzar.
PENSAR: Tal y como somos, el Señor nos invita a servirle. Por su palabra, nos llama a ser siervos y siervas de su buena voluntad. Con su sello marca nuestro corazón como su propiedad, y vive en nosotros por la fe.
Dios nos conoce no sólo porque nos creó, sino porque ha estado cerca de nosotros mucho tiempo para saber lo que vamos a decir antes que abramos la boca. Es un tipo de conocimiento personal y cercano. Como cuando un amigo especial sabe lo que vamos a responder en cada situación, porque nos ha llegado a conocer bien. Hay amistades cercanas que descifran nuestros enredos y pareciera que nos conocen mejor que nosotros mismos. Son amistades que valen más que el oro, porque cada vez que pueden, demuestran su interés y cuidado por nosotros.
Con todo, las amistades humanas no son perfectas. Pueden surgir momentos de conflicto. En alguna ocasión alguien dice algo impropio, su broma se ha pasado de la raya, y nos lastimamos aun sin querer. Cuando hay buena voluntad siempre es posible la reconciliación y hay lugar para las disculpas. Las buenas amistades resisten las tormentas y pueden volver a empezar a pesar de los momentos difíciles de la relación, siempre y cuando no se trate de amistades negativas, manipuladoras, chantajistas y asfixiantes. A pesar de nuestras imperfecciones, en nuestras relaciones de amistad podemos manifestar algunas de nuestras mayores virtudes como seres humanos.
El rey David, salmista del 139, habla de la relación con Dios como una amistad muy estrecha. Se refiere a un tipo de conocimiento que se logra con el compartir mucho tiempo, y así es con Dios. Nos conoce no sólo porque nos creó, sino también porque es muy cercano, y desde tiempo atrás ha estado como dice el salmo, rodeándonos por todos lados. Dios nos conoce mejor que nuestro mejor amigo, en los tiempos buenos y malos, y aun así, nos da su amor. Dios nos da su invitación a aceptar su amor y su gracia y luego a compartirlos con los demás.
Dios nos conoce y nos ama inmensamente. Nos dio la vida y nos formó, nos conoce mejor que nadie. Es el Dios que nos llama.
ORAR: Gracias, Dios, por ser el amigo perfecto, alguien que nos conoce tan íntimamente, que nos comprende tan bien, que celebra nuestras alegrías y llora nuestras penas. Ayúdanos a recordar hoy que en nuestra relación nos das una invitación. Danos la paz que se produce porque tú nos conoces y la fuerza para seguirte a donde sea que nos quieras llevar. Amén.
IR: Conozcamos más profundamente nuestro llamado. Es un regalo de Dios para servir a su pueblo y a su mundo. Dios nos conoce y nos llama.