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Marcos 2:1-6 (Nueva Versión Internacional)
Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm, corrió la voz de que estaba en casa. Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra. Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados quedan perdonados.
PENSAR: La casa de Simón en Cafarnaúm se volvió a abarrotar de gente, seguramente muchos de ellos todavía conservaban el turno que les habían dado los discípulos en la mañana que Jesús los dejó a todos así, esperando. Están esperando el momento en que Jesús comience su trabajo de hacer milagros, pero él les predicaba la palabra. La casita donde vivía la familia de Pedro, incluyendo a su suegra, estaba totalmente llena de gente. Muchos de pie afuera de la puerta. Pero, sentados, en primera fila, algunos maestros de la ley querían escuchar a Jesús.
El Señor Jesús estaba predicando, convirtiendo la sala de la casa en un centro de predicación. Esta situación es muy conocida para miles de misioneros latinoamericanos, que predican en casas, que convierten la morada de una familia en un templo, una mesita de centro en un púlpito, y los muebles de una sala en bancas de una iglesia. El Señor predicaba la palabra. Seguramente hablaba de la gracia de Dios, de la intención que Dios tiene de perdonar a todo pecador que se arrepiente.
Los cuatro amigos que llevaron al hombre con discapacidad motriz tuvieron una chispa de iniciativa. Para ellos no iba a haber obstáculo que les impidiera llevar a su amigo hasta Jesús. No se podía por la puerta, así que intentaron entrar por el techo. No podían esperar a que Jesús acabara de predicar y comenzara a sanar a tanta gente. Se les ocurrió interrumpir la predicación. Pero para el Señor Jesús no fue interrupción, porque precisamente estaría demostrando el punto central de su mensaje.
Delante de los maestros de la ley, que sostenían la opinión errónea de que toda discapacidad tiene relación directa con el pecado, el Señor Jesús aprovechó para poner las prioridades en el orden correcto. Primero es lo primero. La condición humana tiene un padecimiento prioritario. Nuestra principal discapacidad no es física, sino espiritual.
En el Evangelio de Marcos es común que se haga referencia a las miradas de Jesús. En este caso, el Señor Jesús vio la fe que tenían los cuatro hombres. La fe es algo que sólo puede ver el Señor. Mientras que los demás sólo veían a unos oportunistas desesperados, a unos exagerados destructores de techos, el Señor Jesús vio su fe.
Tal vez algo nos estorba para pensar en Cristo. Hay pecado en nuestra vida, que nos aleja de Dios. El Señor nos dice que nos quiere perdonar, si nos acercamos a Cristo con fe y arrepentimiento.
ORAR: Señor Jesús, gracias por tu predicación poderosa, en palabras y en acciones. Amén.
IR: Como buen pastor, Dios ha venido a buscarnos en la historia de Jesús.