Marcos 9:33-37 (La Palabra) Llegaron a Cafarnaúm y, una vez en casa, Jesús les preguntó: — ¿Qué discutían ustedes por el camino? Ellos callaban, porque por el camino habían venido discutiendo acerca de quién de ellos sería el más importante. Jesús entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: — Si alguno quiere ser el primero, colóquese en último lugar y hágase servidor de todos. Luego puso un niño en medio de ellos y, tomándolo en brazos, les dijo: — El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no sólo me recibe a mí, sino al que me ha enviado. PENSAR: Tenemos aquí una de tantas conversaciones que Jesús tuvo con sus discípulos, en el ambiente íntimo y doméstico de la casa de Cafarnaúm, con la familia extendida de Simón Pedro ofreciendo hospitalidad al grupo de Jesús. Además de los discípulos, en aquella casa también había algunos niños, sobrinos, hijos, o nietos de la familia. Jesús los observaba, y reconocía en ellos algunas cualidades importantes para el carácter cristiano. Los discípulos no. Junto con el resto de su sociedad, consideraban a niños y niñas como una inconveniencia, tal vez como una molestia. Ellos más bien querían ser fuertes, dominantes, líderes, los más importantes. Por eso iban discutiendo por el camino. En lugar de acercarse a Jesús para escuchar sus palabras de vida, iban usando sus mejores argumentos para decir quién era el más importante. ¿Cuáles criterios estarían usando para sentirse superiores? ¿El tiempo de conocer a Jesús? ¿El grado de sacrificio que hubo que hacer para seguirle? Evidentemente, han escuchado que Jesús quiere ir a Jerusalén. Seguramente ahí será necesario tener bien organizado un gabinete de gobierno, un equipo de trabajo eficiente para el reino del Mesías en su ciudad capital. Por eso, ellos creen importante definir ese asunto con suficiente previsión, para estar preparados para la ocasión. Pero Jesús conoce bien a sus discípulos, y sabe que han estado discutiendo. Si después de mirar a la iglesia cristiana de hoy en día, el Señor nos preguntara qué venimos discutiendo por el camino, ¿qué le diríamos? Nos quedaríamos en silencio. Él ya lo sabe. Hemos discutido sobre cuál es la mejor iglesia, cuál es la denominación más bíblica, cuál forma de cristianismo es mejor a las demás. A pesar de tantos años que han pasado, los discípulos seguimos discutiendo por el camino. El Señor se sentó. Así demostró que es el maestro en acción. Abrazó a un niño de aquella casa, y dijo que había que recibir en su nombre la condición infantil. Recibir un niño en nombre de Cristo significa aspirar a tener su disposición de aprender, procurar imitar su facilidad para perdonar, y aprender conscientemente su capacidad de alegrarse en las bendiciones más sencillas. ORAR: Señor, enséñanos a recibir y respetar a los niños y niñas entre nosotros. Amén. IR: El Dios que ha entrado en la historia por medio del Señor Jesús nos llena de esperanza.