Marcos 10:35-40 (La Palabra)
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: — Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte. Jesús les preguntó: — ¿Qué quieren que haga por ustedes? Le dijeron: — Concédenos que nos sentemos junto a ti en tu gloria: el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Jesús les respondió: — No saben lo que están pidiendo. ¿Pueden ustedes beber la misma copa de amargura que yo estoy bebiendo, o ser bautizados con el mismo bautismo con que yo estoy siendo bautizado? Ellos le contestaron: — ¡Sí, podemos hacerlo! Jesús les dijo: — Pues bien, beberán de la copa de amargura que yo estoy bebiendo y serán bautizados con mi propio bautismo; pero que se sienten el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; es para quienes ha sido reservado.
PENSAR: Como si fuera asunto de familia, estos dos hermanos, los Boanerges, hijos del trueno, se pusieron de acuerdo para abordar a Jesús con una petición. Muchos los hemos juzgado a ellos y a su madre también, por su atrevimiento oportunista. Sin embargo, debemos considerar que se trata de una petición cargada de esperanza y fe en su Señor y Maestro.
Para ellos no hay duda en cuanto a que se están aproximando a Jerusalén para que Jesús reciba toda su gloria como el rey mesiánico. Han escuchado ya tres veces el anuncio que Jesús les ha dado, que en Jerusalén lo van a maltratar y asesinar, pero tal vez piensan que se trata de una parábola que debe interpretarse de manera alegórica, o tal vez tienen confianza en que su Señor sabrá salir de toda dificultad. De todas formas, expresan su fe y su compromiso con la causa de Jesús. Quieren ser los principales servidores del futuro rey que ocupará el trono de David, su padre.
La primera respuesta de Jesús es conmovedora. El Señor no les reprochó su oportunismo, ni su deseo de llegar a ser importantes en el reino de Dios. Más bien, primero les hace ver que no se trata de un panorama color de rosa. El camino hacia esa gloria pasa por una copa de amargura y por un bautismo de muerte. Hijos de Zebedeo, ¿de veras quieren beber esa copa y pasar por ese bautismo?
“¡Sí podemos!” Es la respuesta. No es una demostración de valentía, sino de confianza en el poder de Jesús. Ya lo han visto enfrentarse a los demonios. Lo han visto calmar la tempestad sencillamente dando una orden. Lo han visto caminando sobre el agua. Lo han visto resucitar a una niña muerta. Por eso pueden afirmar que sí pueden, sólo si el camino lo va guiando Jesús. “Señor, sí podemos beber esa copa amarga, sólo porque vamos contigo”. No es la fuerza de los discípulos, sino la de su Señor. Así que estos dos, que por este episodio han sido catalogados como oportunistas y ambiciosos, no son reprobados por Jesús. Su postura es válida.
ORAR: Espíritu Santo, haznos saber que sí podemos, si vamos siguiendo al Señor Jesús. Amén.
IR: En el abrazo de Dios no nos falta nada.