Salmo 119:161-168 (Nueva Versión Internacional)
Gente poderosa me persigue sin motivo, pero mi corazón se asombra ante tu palabra.
Yo me regocijo en tu promesa como quien halla un gran botín.
Aborrezco y repudio la falsedad, pero amo tu ley.
Siete veces al día te alabo por tus rectos juicios.
Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar.
Yo, Señor, espero tu salvación y practico tus mandamientos.
Con todo mi ser cumplo tus estatutos. ¡Cuánto los amo!
Obedezco tus preceptos y tus estatutos, porque conoces todos mis caminos.
PENSAR: En esta porción del salmo reconocemos la realidad de los poderosos. Esta realidad afecta al humilde y sencillo pueblo que cree la palabra de Dios. Entonces está indicando que hay personas en el poder que no se guían por la palabra de Dios y que ejercen presión. Pero el pueblo sencillo y humilde que obedece la palabra de Dios se encomienda al Señor.
Este es un principio de la conducta sociopolítica del pueblo de Dios, que confía en el Señor independientemente de quién esté en el poder. Esta semana experimentamos en el mundo el cambio de presidente en el país más poderoso. El pueblo de Dios tendrá que confiar en la palabra de Dios independientemente de quién esté en el poder, sin pensar que se trata de un cataclismo, sino simplemente seguir viviendo su testimonio del reino de Dios de manera confiada y responsable.
Desde el jardín del Edén, la disyuntiva del ser humano ha sido la misma: Atender en serio la palabra de Dios, o tomarla como algo que podemos poner en duda, como una simple sugerencia, como una de tantas teorías sobre la vida. La palabra de Dios es todo lo contrario a la falsedad, y la vida que se vive según la cosmovisión bíblica se sostiene sin tropezar, porque es verdadera sabiduría. Por eso tenemos el corazón en estado de asombro ante la grandeza de Dios.
La palabra de Dios nos indica el camino correcto, y las otras voces que nos dicen que no hay que tomar en serio a Dios mienten, y sólo producen perdición y muerte. El pueblo creyente se aferra a la palabra de Dios como el camino verdadero.
En la palabra de Dios hemos encontrado la mayor bendición, el “premio mayor”. El texto dice que la palabra nos produce un regocijo como el de quien se ha encontrado un enorme tesoro. Con la palabra de Dios nos hemos ganado el mejor de todos los premios y la mejor de todas las bendiciones.
Además, termina la sección afirmando: “Conoces todos mis caminos”. No hay nada secreto en mi corazón delante de ti. Conoces mis puntos fuertes y también los débiles. De todas formas, me tomas de la mano y me llevas por el buen camino. Esta es la realidad del pueblo de Dios, que en el evangelio encuentra su vida; que en la historia de Cristo, la palabra encarnada de Dios, tenemos nuestra mayor alegría.
ORAR: Gracias por tu palabra, Señor. Ante las presiones sociales, tu pueblo se mantiene confiado y asombrado por la sabiduría que viene de ti. Amén.
IR: Considerémonos un pueblo de gente afortunada por la gracia y la bondad de Dios.