Listen

Description

Marcos 10:32-34 (La Palabra)
En el camino que sube hacia Jerusalén, Jesús iba delante de sus discípulos, que estaban admirados; por su parte, quienes iban detrás estaban asustados. Jesús entonces, llamando de nuevo a los Doce, se puso a hablarles de lo que estaba a punto de sucederle. Les dijo: — Ya ven ustedes que estamos subiendo a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley que lo condenarán a muerte y lo pondrán en manos de extranjeros que se burlarán de él, lo escupirán, lo golpearán y lo matarán. Pero después de tres días resucitará.
PENSAR: Al subir a Jerusalén, el grupo con el que viaja Jesús va meditando en los salmos de ascenso. Con el salmo 132, los discípulos van soñando en la gloria del éxito, en la coronación del vástago de David, en la inauguración del reino mesiánico: “Allí haré renacer el poder de David,
prepararé una lámpara a mi ungido. A sus enemigos cubriré de vergüenza, a él lo coronaré de esplendor” (vv 17-18). Eso les provoca admiración y asombro, aunque algunos también van viajando con miedo.
Pero el Señor también tiene en su corazón el salmo 131, y con esas palabras camina confiado en el amor de su Padre celestial: “Estoy en calma, estoy tranquilo, como un niño en el regazo de su madre, como un niño, así estoy yo” (v 2). Él no es presa del pánico, aunque sabe lo que le espera en Jerusalén. Y por tercera vez, anuncia a sus discípulos lo que va a sucederle ahí.
De modo que hay diversas motivaciones en los viajantes que forman aquel grupo. El Señor Jesús va pensando en el fruto que se producirá cuando su vida sea como una semilla que cae a la tierra y muere. Y los discípulos van pensando en el éxito que les espera al llegar con el Hijo de David a ocupar su trono. Éxito y fruto son motivaciones muy distintas.
Según Henri Nouwen, El éxito implica mucha energía y originalidad, una gran capacidad para controlar procesos y desarrollos, y especialmente para multiplicar un producto, hacerlo en grandes cantidades, enlatarlo, distribuirlo y hacerlo accesible al gran público. El éxito produce recompensas y fama. Hay quienes quieren ver el ministerio con esa motivación. Van subiendo a Jerusalén pensando en la coronación del mesías.
Pero el fruto proviene de la debilidad y la vulnerabilidad. El fruto es único e irrepetible. No se puede enlatar. Un bebé, por ejemplo, es fruto concebido en vulnerabilidad; la comunidad es fruto que nace del compartir los quebrantos, y la intimidad es el fruto que se produce cuando nos dejamos tocar mutuamente las heridas. El Señor Jesús les quiere compartir su motivación a sus discípulos en la subida a Jerusalén. Habrá heridas. Habrá dolor. Habrá quebranto. Pero también habrá resurrección. Más que éxito, habrá fruto.
ORAR: Señor, comparte con nosotros tu motivación para seguir por este camino. Amén.

IR: En el abrazo de Dios no nos falta nada.