Carta de Ángel - Locución Javier Vázquez
#Cartasdesdemicasa
¡Hola! A diario, desde que esto empezó a ponerse difícil, salimos a los balcones y ventanas a las ocho de la tarde en punto, y aplaudimos como psicópatas hacia el edificio de enfrente. A veces, hacia el patio de vecinos. En ocasiones, hacia una pared, hacia el campo abierto, hacia el cielo, hacia una fábrica abandonada, hacia un Corte Inglés cerrado, hacia la nada. Si es cierto que los extraterrestres nos observan, deben estar alucinando ante un comportamiento tan repentino, cotidiano y majareta.
Te lo cuento porque es posible que no te hayas enterado, al ver transcurrir tus días en aislamiento o en cualquier situación de soledad a causa del bicho dañino que anda suelto por el mundo.
¿A qué aplaudimos? En principio, a quienes te cuidan y curan. Al personal sanitario: profesionales de la medicina, de la enfermería, de los servicios auxiliares, de la limpieza. Gente que se está dejando la vida, su vida, por la tuya. Pero luego se ha hecho una bola de nieve deslizándose por la ladera, y ahora aplaudimos a todo lo que se menea: a quienes se dedican a la investigación, a las fuerzas de la ley y el orden, al ejército, a transportistas, a comerciantes de las cosas de comer, voluntariado, donantes, reparto, taxi, autobuseros y autobuseras, farmacias, albañiles, chinos y a un señor muy majo, con Alzheimer, que asoma a la ventana con su armónica, la sopla y cree que le aplaudimos a él. Pues sí. Desde que lo hemos sabido, también le aplaudimos a él.
Y a ti. Te aplaudimos a ti, que lo sepas. Todos los días, a las ocho en punto de la tarde. Desde cientos de miles de balcones y ventanas. En España y en otros lugares del mundo. Te aplaudimos, jaleamos, encendemos y apagamos luces, hacemos ruido. En mi calle del barrio de San Gregorio hay quien ha sacado la vuvuzela de animar al Real Zaragoza. Ahora es para animarte a ti, que acaso estés en el hospital “Royo Villanova”, aquí al lado, y la escuches.
Te aplaudimos por tu coraje ante la enfermedad. O ante la soledad. Por tus ganas de vivir y volver a casa. Por la ilusión puesta en sanar. Por ser buen paciente. Por hacer todo más fácil a quienes solo quieren ayudarte a tirar hacia delante.
Soy Ángel. Falta ahora mismo una hora para las ocho P.M. Ya voy calentando las palmas de las manos. Si cierras los ojos y piensas en que ahí fuera hay personas que te quieren, nos oirás.