En estos días donde se recuerda la Pasión del Señor, muchos ponen su mirada en la Cruz como el símbolo del martirio, sacrificio y sufrimiento. Pero olvidan el significado de los sufrimientos previos a la Cruz.
Cristo el Hijo de Dios, quién durante todo la eternidad ha disfrutado de la plenitud del gozo y de las delicias a la diestra de Dios, ahora su alma esta llena de espanto y angustia.
Lucas nos dice que Jesús ora intensamente en agonía y su sudor era como grandes gotas de sangre (Lucas 22:44)
Cristo vino a este lugar para encontrar descanso en la comunión con Dios, no para eludir el sufrimiento. Él se postra en tierra, eleva su oración a Dios consiente de su intimidad dice: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mi esta copa; más no lo yo quiero, sino lo que tu” (Mar. 14:36).
Pero experimenta el rechazo, Cristo ya había sido rechazado en su entrada como rey mesiánico en Jerusalén, luego fue rechazado en el templo, y ahora va en busca del consuelo de su Padre y experimenta el rechazo de un condenado.