“Todo lo que mi Dios ordena es justo El nunca me decepcionará;
Me guía en el sendero correcto; Sé que no me abandonará:
Recibo contento lo que él me mandó; Su mano puede borrar mis penas,
Y con paciencia espero su día.
Todo lo que mi Dios ordena es justo:
Aunque la copa que ahora tomo, Sepa amarga a mi corazón débil,
La tomo sin miedo: Mi Dios es fiel; cada mañana nueva
Dulce solaz llena mi corazón, Y las penas y el dolor se marchan.
Todo lo que mi Dios ordena es justo:
Aquí manifestaré mi convicción;
Aunque la tristeza, necesidad o muerte sea mi suerte,
No estoy desamparado; El cuidado de mi Padre me rodea;
El me sostiene para que no caiga; Y por eso le confío todo”
(Himno Cristiano)
El fundamento de toda la teología cristiana es la doctrina de la soberanía de Dios. Es el Monte Everest de toda verdad bíblica. El reino absoluto de Dios representa su derecho indiscutible de gobernar todo lo que ha creado. Su reinado es el ejercicio libre, continuo y sin obstáculos de su autoridad suprema sobre todas las cosas. Esta es la piedra angular de toda Confesión y Credo: ¡Nuestro Dios Reina!