El cargo de líder de la iglesia es un gran honor y una gran responsabilidad.
No es una posición que se alcanza como privilegio para ser servido, sino un llamado al servicio.
Grandes males sobrevienen cuando se vicia el liderazgo con la negligencia, la vanagloria o la avaricia.
Por tanto, los líderes de la grey deben estar bien conscientes de su necesidad de mirar por ellos mismos, por su carácter, y por la doctrina que predican a fin de presentarse como obreros que no tienen de qué avergonzarse el día que el gran Pastor les llame a cuentas.
Oh, que Dios le conceda a nuestro pastores, líderes y oficiales la disciplina, mansedumbre, sobriedad y valor para cumplir el llamado solemne de apacentar a la grey de Cristo de manera honorable y piadosa.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
Hechos 20.28
