La religión de los fariseos llegó a convertirse en una lucha de egos, su "espiritualidad" no era sino una pasarela de hipócritas, una desesperación por el rating, una campaña de auto promoción y un fraude de devoción - vanidad y altivez en su máxima expresión y en su peor envoltorio: apariencia de piedad.
La verdadera religión; aquella que se basa en la gracia y no en el mérito NO admite protagonismos ni infla el ego - El evangelio comienza por llamarnos al arrepentimiento; y el arrepentimiento implica que NO estamos bien, que NO hay nada de qué alardear; que a Dios no lo podemos impresionar - que necesitamos ayuda Suya para salir bien librados.
El cristianismo NO infla el ego, sino que derrumba la vanagloria, destruye el orgullo y disuelve la meritocracia - para que rendidos y humildes reconozcamos: para siempre es SU MISERICORDIA; por GRACIA de Dios somos salvos.
Es que en el reino de Dios NO se admiten protagonistas; allí se entra humillado y arrepentido - sólo por los méritos de Cristo.
No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad. (Sal.115:1)
