La ideología de género ha declarado una guerra al pueblo que aspira vivir sobria, justa y piadosamente. Pero esta batalla no comenzó antier - ha sido programada desde una agenda astuta y oportunista. Las aberraciones que hoy enfrentamos son en gran parte consecuencia de los descuidos que tuvimos - mentiras que creímos, errores que promovimos, omisiones que cometimos. Nos toca no sólo denunciar el error y engaño de la ideología de género, sino también arrepentirnos del legalismo, la hipocresía y la negligencia que dieron paso a un descuido del hogar, de la crianza y del matrimonio y dio la oportunidad al avance de filosofías y estilos de vida contrarios a la palabra de Dios.
Daremos batalla y resistiremos al ocuparnos de vivir como se supone debe hacerlo el pueblo de Cristo; en santidad, en sabiduría, contra la corriente del mundo, en sometimiento a su ley en la esperanza de que otros sean despertados y se unan a esta compañía de hombres y mujeres que se han rendido al Señorío de Cristo.
