El Dr. Carlos García tiene tantas fascetas como anécdotas. Ahora jubilado como médico, Carlitos o como algunos le decían "el Dr. Ambos Mundos (porque así se llamaba el almacén de su padre), se dedica a fotografiar flores y a cumplir con una agenda social rica como nunca antes.
Carlitos es el típico médico de familia que cada día recorría los domicilios de sus pacientes y se quedaba a conversar, a tomar un café y, por supuesto, a contar alguna historia.
Amante de la poesía, de la época de oro del cine italiano y de la música de la península. Medio gallego y medio tano, es un compendio de ambas culturas. Es un contador, un cuentero, un juglar.
La cantidad de mensajes recibidos al aire, la gente que se acercó a saludarlo a la radio y el abrazo que nos dimos, habla mucho más que de un médico, de esa especie de sanador que te curaba de palabra, como me pasó a mí con sus "pastillas para no soñar", que calmaron mis pesadillas a base de sacarina. "Tengo una especial facilidad para aprender cosas que no sirven para nada", dijo en un momento, cuando explicó que le apasionaba conocer el nombre en latín y las formas de los parásitos, mientras estudiaba medicina. Y hasta cantó una canción que inventó como un recurso memotécnico que aún recuerda perfecto.
Aprendió esas cosas que le llamaban la atención, pero sobre todo, aprendió a escuchar y a enseñar.
Iba a ser una entrevista, pero ahora ya sabemos que es la primera de una serie que durará el tiempo que él quiera regalarnos. Siempre será un placer escucharlo.
