Muchas veces afirmamos unos preceptos espirituales y los defendemos incluso a capa y espada, pero ¿hemos hecho de esos preceptos, la norma de nuestra vida? ¿estaremos dándole servicio argumentativo y no de acciones a esos preceptos? Son preguntas duras que necesitamos hacernos para contestarnos y movernos si nos hallamos faltos en alguna área.