Los cuentos de Sacheri me encantan, quizás porque en muchos de ellos me puedo encontrar en ese relato, en alguna de las escenas que en él aparecen. Este caso no es distinto a eso. Supongo que porque fue ese mundial del '90 el primero que viví con tanta intensidad (tenía casi 8 años en el del '86 y si bien tengo algunos recuerdos, fue éste el de la primera gran marca) y a partir del cual entendí que Diego era mucho más que ese fenómeno capaz de meter un gol con la mano primero y un segundo que se convertiría en el más fascinante de la historia del fútbol, era el único ser vivo sobre la tierra (y dentro de un rectángulo verde delimitado por líneas de cal) capaz de poner al mundo de rodillas a sus pies y provocar una idolatría sólo comparable a un dios.
Y teniendo en cuenta esto, es que elegí grabar para ustedes "Un verano italiano", una historia maravillosa, que les recomiendo no perderse.