En estos días compartir un espacio por mucho tiempo con una o más personas puede tener aspectos que disfrutamos y otros que nos desafían. Muchas veces en las dinámicas de convivencia empezamos a responsabilizar y culpar al otro de nuestro propio sentir. ¿Puede ser la cuarentena y el estar en casa junto a otros una oportunidad para intensificar o empezar a atender un urgente llamado al autoconocimiento? ¿Se puede utilizar esto como una herramienta fundamental para nuestra participación en una nueva sociedad que no repita los errores del pasado?
