Quienes han tenido esa experiencia pueden dar fe de la terrible sensación al darse cuenta de que han perdido de vista a un hijo en un lugar público. Otros, quienes no tienen hijos, solo pueden intentar imaginar la situación. Personalmente, lo más importante que he perdido son documentos o la billetera.
A través de historias comunes como éstas, Jesús intenta explicar por qué se acerca a aquellos que, a los ojos de otros, son un caso perdido. Jesús no los ve así. Él los ve con los ojos de un padre que ha perdido a su hijo, un pastor que ha perdido una oveja o una persona que ha perdido una moneda valiosa.
¿Cómo busca Dios? ¿Qué parte nos toca a nosotros? Durante toda la historia, Dios nos ha llamado a rencontrarnos con él; a volver; a hacer tshuvá. Acompáñanos a examinar estas historias que muestran el gran amor de Dios por cada uno de nosotros.
